Miriam Fernández: “Nadie tendría que estar incapacitado para soñar”

Por Sónia Marquès Camps

Miriam Fernández se distingue de muchos jóvenes de su edad por su forma imparable de ir por la vida. Esta perseguidora de sueños aprendió desde muy pequeña que no hay barreras cuando sabes lo que quieres. Con 23 años ya combina su pasión por cantar con su vocación de hacer llegar un mensaje positivo de la vida a través de su disco, Bailando bajo la lluvia. A través de este medio de expresión tan fantástico, potente y emotivo que es la música, Miriam cautiva a su audiencia siendo como es, cantando como es, diciendo con un mensaje  sencillo, que es el suyo, “nadie tendría que estar incapacitado para soñar”.

Como sus amigos, a quien les pasa ya desapercibido el andador que utiliza para caminar y sólo ven a Miriam, con su sonrisa; nosotros en esta entrevista descubrimos a una chica con las ideas muy claras, dinámica y con una gran empatía. No son las limitaciones físicas, dice, sino las mentales las que condicionan, las que limitan de verdad. Y éste es el mensaje que promueve para ayudar a levantarse a los demás. Primero, desde la música, y ahora desde un programa de radio y blog personal que no abandona esta frase de que vivir no consiste en esperar a que pase la tormenta.

¿A qué edad aprendiste a bailar bajo la lluvia?
Mi infancia fue difícil, porque los niños te ven diferente y te hacen sentir así. Te preguntas por qué yo no puedo hacer lo que hacen los demás, por qué me tratan diferente, por qué se ríen… A los 11 años hice un cambio de colegio. Llevaba mucho tiempo pasándolo mal…Yo tenía sentimientos muy buenos hacia la gente, pero no entendía por qué me veían diferente. Es verdad que era muy niña, pero llevaba mucho tiempo pensando que algo tenía que cambiar en mí para que esto no siguiera pasando. Con el cambio de colegio vi la oportunidad de ser quién soy, de conocer a gente nueva, de hacer amigos nuevos. Entendí que para esto primero tenía que aceptarme como soy. Tenía dos opciones,  o hundirme y que toda mi vida siguiera siendo como era, o aceptar y levantarme cada día con una sonrisa, sin miedo, sin pensar en el qué dirán. Y ahí descubrí que, efectivamente, si tú crees en ti mismo, la gente te empieza a aceptar. Si la gente te ve débil, ahí es cuando eres vulnerable. Si te ven fuerte, alegre, sonriendo, esto se contagia. Aparte del cambio de mentalidad, a partir de aquí empecé a hacer otro tipo de actividades que mejoraron mi autoestima. Hay límites físicos, pero las limitaciones están en la cabeza. Me presenté a una competición de natación con gente que no tenía limitaciones físicas y perdí. Pensé, tengo esto, pero esto no significa que no pueda luchar por lo que quiero. Entonces me metí en la federación de discapacitados con parálisis cerebral y conseguí ser campeona de España en infantil y estar en la selección española, y estuve mucho tiempo en muchas competiciones dando lo mejor de mí. Esto fue también una vía para demostrarme a mí misma que lo que tengo no me impide hacer nada. Que hay veces que a lo mejor tengo que cambiar la forma de hacer las cosas, pero no necesariamente tengo que limitarme desde el principio diciendo “no puedo”. Primero, inténtalo,  y si te caes, vuélvelo a intentar. ¿No nos vamos a rendir a la primera, no?

El sufrimiento tiene un lado positivo, has dicho alguna vez.
Es que aprendes a entender el sufrimiento de los demás. Nací con una parálisis cerebral. Mi madre biológica no tenía medios y me dio en adopción a una familia que tenía recursos. Seguramente, si no hubiese sido así me hubiese quedado en silla de ruedas. No iba a caminar, y a los diez años saltaba a la comba. Me operaron, y a partir de los once años empecé a necesitar el andador, pero para mí tampoco es un problema, aunque sea aparatoso; al contrario, tiene incluso alguna ventaja… [se ríe]. Fíjate cómo suena. Hago vida normal. Me he subido un puente entero… El hecho de ir con el andador tampoco impidió salir a cantar tal y como soy yo. En el programa de televisión “Tú sí que vales” es cuando descubrí mi vocación, que no es sólo ser cantante, sino que va más allá, utilizar los medios que tengo como cantante para sacar sonrisas.
Me presenté a este concurso por casualidad, porque me dio tiempo a coger el teléfono y llamar. Estaba estudiando la carrera de comunicación audiovisual y quería saber cómo era un casting por dentro. Al final me metí. Pasé a la siguiente fase, y a la siguiente fase, y me vi en el plató. Y ya me vi en el programa. Canté una canción sin esperar absolutamente nada. Y me dicen, tienes que cantar una canción para la semifinal. Escogí “Un nuevo día”, una canción que compuse a los 14 años. La había escrito un día en la playa observando a una mujer que tenía cáncer. Pensé, qué le puedo decir a esta mujer para que se levante todos los días queriendo vivir. Me salió esta letra. La canté allí en el programa, supernerviosa; me temblaba la voz. No por salir en televisión, sino por la emoción de cantar aquella canción, de cantarla para lo que estaba hecha en realidad. Pensé: estoy cantando mi canción donde mucha gente puede escucharla y esto puede ayudar.

Pasé a la siguiente fase y entonces ya me relajé pensando: “ya has cantado esta canción que era como un premio, ahora relájate en la próxima canción (que era La Sirenita), y estate a gusto”. Fue un día que no olvidaré en la vida… Quedar ganadora… Pero mi mayor premio fue que cuando llego a Madrid y me meto en You Tube para ver lo que la gente opina de mi actuación… hay que estar preparada para todo tipo de opiniones. Y leí comentarios del tipo,  “tengo una parálisis cerebral como tú, no salía de mi casa, pero a partir de ahora voy a cambiar mi forma de ver la vida”. O: “He salido de una depresión sin pastillas”. Y una muy emocionante: “Tengo un sobrino que está en silla de ruedas pero le voy a poner tu vídeo todos los días para que se levante con una sonrisa”.

Como un sueño.
Me he dado cuenta con la vida de que cuando una persona tiene una aspiración muy grande, un objetivo grande en la vida, que cuando realmente confías en algo, si quieres ir a por ello, si sabes qué es lo que quieres conseguir,  caerte sólo sirve para demostrarle al mundo que te quieres levantar y que quieres seguir luchando por ello. Quien no se levanta cuando cae una vez al final no lo consigue. Son pequeñas pruebas, como si el mundo te dijera, vale, si quieres esto, demuéstrame que realmente lo quieres. No fracasa el que se cae, si no el que no se vuelve a levantar. Y esto lo tengo yo muy claro.

Tienes fuerza de voluntad y optimismo. ¿Familia y amigos qué papel tienen en tu forma de ser?
La familia sobre todo es muy importante.  En el disco tengo una canción a mi madre que se llama “Fuerza de mujer”, precisamente por cómo es y por cómo me ha enseñado ella. También son muy importantes los amigos, claro. La gente que te rodea es muy importante. Una vez yo hice aquel cambio en la manera de vivir me empecé a encontrar con muy buenos amigos, y nunca más me he vuelto a sentir sola.

¿Qué has aprendido hasta aquí?
Aprendes que tienes que valorar a la gente que tienes delante en el momento. Te hablo a raíz de la muerte de mi padre, recientemente. Esto es lo que me enseñó esta pérdida.
He aprendido que tú eres quien pones tus propias metas. Ponerse metas diarias es un trabajo duro. Pero tengo un compañero que un cuadernito donde escribo a diario objetivos, tareas… Y voy tachando lo que voy haciendo… Las pequeñas acciones son las que nos llevan a grandes metas. Cuando me frustro, miro el cuaderno y me relajo más. Me hace tomar consciencia de todo lo que ya he logrado. Y no se trata de lo que he hecho, sino de lo que me queda por hacer.

¿Y cuáles son ahora estas metas, tus nuevos proyectos?
Estoy preparando mi segundo disco. Y estoy apasionada por un proyecto que empezó como programa de radio,  “Bailando bajo la lluvia”, una frase que recoge mi filosofía de vida; y que nos gustaría llevar también televisión.  Se trata programa de buenas noticias, y desde su página web, también escribo mi blog personal para motivar, ayudar a la gente a salir adelante, a sacar sonrisas. Yo siempre acabo mis charlas con una frase: “Deja que tu sonrisa cambie el mundo, pero nunca dejes que el mundo cambie tu sonrisa”.

Gracias, Miriam. 

Dejar un comentario

nombre*

Correo electrónico* (no publicado)

sitio web