Desde el silencio de cuando amanece

Por Sónia Marquès Camps

Desde el silencio de las primeras horas del día; desde el silencio de simplemente ser. Desde la barrera al mundo que parece poner nuestro estado todavía de somnolencia. Desde la ventana donde se observa el silencio y el vuelo de los primeros pájaros en el amanecer.

Madrugar es como un tiempo de propina para mirar el mundo con distancia, desde la distancia que dista entre despertarse y entrar en la dinámica de nuestra rutina. Cuando observamos el amanecer no hay inmersión todavía en el día a día. Es un rato para regalarse. Pequeños instantes que nos pertenecen por completo, para sentir intensamente.

Maravillarse con la luz del sol que amanece. Con el canto y el vuelo de los primeros pájaros. Poder observar el silencio de las primeras horas del día. Tiempo de uno, tiempo para ser. Para contemplar toda la poesía del nacimiento de un día, del día entero que tenemos por delante. Tiempo para pensarlo; para abordarlo con calma. 

No hay prisa todavía. Los sentidos van lentos. Todo menos sentir. Que es el estado más consciente a estas horas del día, gracias al silencio. El silencio del alma, que se confunde con el silencio del amanecer.

@soniamarcamps

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