Prejuicios

Por Roberto Augusto

Estamos llenos de prejuicios sin saberlo. Juzgamos a los demás a la ligera, los etiquetamos, los simplificamos, los despreciamos o los amamos atendiendo a razones superficiales, a juicios que carecen de valor. Los estereotipos que nos aprisionan impiden que entendamos el mundo que nos rodea, a nosotros y a los otros. Deforman nuestra capacidad interpretativa. Son unas pesadas cadenas invisibles que nos aprisionan.

Prejuzgar es juzgar sin conocer. Todo juicio, para que sea valioso, debe hacerse desde el conocimiento. Y para conocer a otro se necesita tiempo y esfuerzo. Es mucho más fácil etiquetarle, simplificarle, encasillarle sin saber apenas nada de él. Reducirlo a un nombre, a un adjetivo peyorativo, a una imagen simplista que nos impide ver lo que tenemos delante.

El conocimiento de nosotros mismos es una tarea que no tiene fin. Lo que podemos llegar a saber de un ser humano es inabarcable. Muchos comparten su vida con alguien y después de décadas juntos se dan cuenta de que en realidad no se conocían. ¿Cómo nos atrevemos a juzgar a personas a las que apenas conocemos si ni entendemos a los que tenemos cerca? Ese es sin duda un acto de soberbia impulsado por la ignorancia.

www.robertoaugustoblog.com
@raugusto33

© Canakris – Fotolia.com
© Canakris – Fotolia.com

Comentarios

fer
Respuesta

Una vida no basta para conocerse a uno mismo, cuanto menos para conocer al vecino. En un mundo en el que cada vez se vive más inmediato, ¿cómo pararse a intentar justificar nuestras acciones?
En los momentos difíciles es cuando aflora lo que somos.

Dejar un comentario

nombre*

Correo electrónico* (no publicado)

sitio web