Salvador Casado: creatividad en el rescate de la salud y en el ejercicio de la medicina

Por Sónia Marquès Camps

Salvador Casado se define aquí como médico de familia en el camino del despertar… Que sería algo así como aspirar a un nivel alto de consciencia; el suficiente para saber que lo aprendido en la consulta hay que revertirlo a la sociedad.

Salvador Casado sintió un día la necesidad profesional de traspasar las cuatro paredes de su consulta… Hoy, la actividad en su blog y su presencia en twitter, con casi 20.000 seguidores, lo sitúan en el topten de los médicos 2.0. Expresión inapropiada para presentar a este hombre de lápiz y libreta, quien nos sacó de su moleskine un poema como colofón a esta entrevista. “La expresión es curativa”, nos dice; “escribir nos cura”.

¿Qué es salud consciente?
Definir la salud es una de las cosas más complejas. Todo el mundo sabe lo que es salud pero es difícil definirla; lo que solemos definir fácilmente es la enfermedad. Tomamos conciencia de cuando algo en el cuerpo va mal y no solemos hacerlo cuando estamos bien. A mí, las definiciones de salud que más me gustan son aquellas que incluyen el matiz de adaptación; salud, como un estado de adaptación fluida con el medio, con el entorno, y que te permite estar bien. Ese estado en el que no tienes el ruido o la limitación que proporciona la enfermedad. Rescatar la idea de salud consciente es un impulso sanador en una situación de enfermedad, para, en condiciones de normalidad, saber gozar de ella. Creo que este rescate es muy importante, y no solo desde el sistema sanitario, sino desde la consciencia personal de cada uno. Agradecer esta salud, igual que antiguamente se bendecía la mesa y se daba gracias por los alimentos. No somos conscientes de la salud cuando estamos sanos, y habría que rescatarlo para nuestro bienestar, para valorar el privilegio que es estar bien, potenciarlo y compartirlo.

La frontera entre salud y enfermedad es muy sutil…
Hace años, encontré a una chica con un problema irreversible en las piernas desde la infancia que usaba una silla de ruedas. Me dijo que ese verano se iba a la selva amazónica de vacaciones… ¿Esta persona está sana? Hay personas con otro tipo de enfermedad, terminales o enfermedades muy graves, y las ves haciendo actividades normales, subiendo una montaña o teniendo una relación afectiva. Y sin embargo, por otro lado, ves a gente aparentemente sin limitaciones físicas, sin enfermedad diagnosticada, que no sale de una habitación o que no tiene relaciones humanas de calidad, que está tremendamente limitada… ¿Dónde pones el límite entre salud y enfermedad? El problema grande que tenemos es que la etiqueta entre salud y enfermedad la pone un sistema sanitario, la forma de medicina occidental, que está muy mediatizada por intereses económicos. Y cada vez hay más etiquetas de enfermedad. La medicina occidental, que tiene cosas muy buenas (un método científico detrás, muchos avances…), también tiene cosas discutibles, como su gran poder de etiquetar. Ahora, todo se etiqueta: un niño movido, TDAH; una persona tímida, trastorno de timidez; una persona sin pelo…, pues también está enferma. ¿Para qué se etiqueta? Para vender un remedio. Hay que mantener una actitud crítica para tratar de ver que nos están vendiendo muchas motos.

¿Qué gestos de salud consciente difundes en tu consulta o a través de tu blog?
Me examiné del examen MIR para acceder a la formación como médico especialista un sábado por la tarde, y el domingo siguiente hacía una prueba para acceder a una escuela de medicina tradicional china. El MIR lo saqué bien, con buena nota, puede elegir lo que quería, donde quería; pero la escuela de medicina me echó. Perseveré y me metí en esta escuela porque me interesaba. Por lo tanto, cursé los tres años posteriores de formación en medicina de familia a la par que cinco años de medicina tradicional china, y esto me ha aportado más flexibilidad mental. Aquí pasa como con los lenguajes: cuando uno es capaz de comunicarse en varias lenguas o en varios registros, con un lenguaje poético, un lenguaje musical, con lenguaje táctil, aparte de con los lenguajes verbales que conocemos, la mente se abre como si te ampliaran el teclado de tu piano personal y puedes hacer más matices. En la escuela de medicina tradicional china, el doctor José Luis Padilla una de las cosas que me enseñó fue la importancia de la creatividad en el rescate de la salud y en el ejercicio de la medicina, sea cual sea, des fármacos, pongas agujas, hagas chi kung o seas radiólogo intervencionista.

 

 

Cada persona es totalmente distinta, por lo cual el enfoque tiene que ser distinto. Ahora en medicina occidental funcionamos, como digo, con etiquetas: yo diagnostico una enfermedad en una persona y le pongo una etiqueta. Pero si es una pancreatitis, esta pancreatitis dependerá de muchos factores. Y esos matices se están perdiendo porque nuestra cultura científica no nos deja verlos fácilmente. Aplicar la creatividad en el rescate de la salud implica a veces utilizar un recurso verbal, llamar la atención, sorprender… Utilizar medios, lo que tengas, que a veces puede ser un fármaco, pero también una carta, una poesía o un vídeo. Tenemos infinitos recursos, y hay que usarlos. Eso es lo que significa creatividad. No puedo estar todo el día escribiendo cartas a mis pacientes, pero cuando tengo un caso muy complicado, o cuando hay una muerte en una familia, una carta ayuda mucho.

En twitter me gusta mucho por ejemplo utilizar la poesía. Ahora viniendo hacia aquí he puesto un haiku.

“Es la dulzura/
Lo que nos da sentido
Pese a las sombras”

[Lo hemos encontrado en su twitter de este día, y lo hemos querido rescatar]

En la consulta, a lo mejor en la conversación con el paciente hago alguna referencia a la poesía o a las bellas artes; le recomiendo a una persona que tiene poco ánimo que vaya a disfrutar de una exposición de pintura o de la naturaleza. Tratar de ayudar sobre todo a que el propio paciente rescate este potencial creativo, que es fundamental para que una persona sea feliz y plena. Que rescate, que contacte con su potencial creativo; ya sea haciendo un guiso de patatas, dando un abrazo o atendiendo una conversación telefónica. Cada uno en lo que se le dé bien. En aquellas oportunidades del día que nos permitan desplegar nuestra virtud, nuestra música afinada.

El concepto de salud 2.0 me parece frío, cuando ves el potencial que tiene en temas de salud como fuente de conocimiento, y sobre todo, cuando ves la posibilidad que ofrece de conectar a pacientes y cómo mejoran emocionalmente compartiendo experiencias.
A nivel de salud, puede ser muy importante cuando uno tiene un problema grave encontrar gente con este mismo problema, comunicarse y quitarse angustia hablando. El gran problema que tenemos con la tecnología es que brilla mucho, tanto, que se ha convertido en una de las religiones actuales. Es una herramienta de doble filo: es potentísima a la hora de comunicarnos, pero, sin embargo, nunca antes habíamos estado tan solos. ¿Cuál es el reto? Ver cómo podemos utilizar estas herramientas que tenemos para contactar, para comunicarnos o para crear sin que nos arrastren los ruidos, porque el gran problema que tienen es el ruido de fondo. Ahora hay mucho innovador que va de digital, y el problema es que la gente es analógica. No hay que perder de vista esto. Es importante utilizar tecnologías que nos permitan compartir, que nos ayuden a saltar la brecha de participación. Veo el valor que tiene esto; compartir entre pacientes y compartir entre profesionales, lanzar mensajes a la sociedad. Lo encuentro importantísimo, y por eso he apostado por ello. En la vocación sanitaria hay una parte comunitaria; nos debemos a la sociedad, no podemos estar solo dentro de la consulta.

El ámbito 2.0 a mí me gusta más llamarlo web social. La web social implica utilizar internet y las TICS (tecnologías de la información y la comunicación) de forma social, como instrumento de comunicación social. A mí me he ha dado la posibilidad de crear con más gente cosas como Mi vida sin ti, una página sin patrocinador para dejar de fumar; el documental Seis minutos, sobre el valor de la Medicina de Familia, u organizar las jornadas de Vídeos y salud, un congreso científico teórico-práctico independiente sin patrocinio farmacéutico detrás. En la web social veo gran riqueza para profesionales sanitarios, para pacientes y para ciudadanos en general. Ahí es donde tenemos que buscar el oro. Ahora, sin embargo, en el mundo de la salud hay muchos lobbys farmacéuticos y tecnológicos buscando oro… Uno de los filones es el bigdata; todo el mundo anda con esto… O con la medicina móvil y las apps… ¡Paparruchas!; el futuro de la medicina va seguir siendo el presencial. Y puedes luego aplicar algún tipo de innovación tecnológica, pero el cuidado, la palabra cuidado, se ejerce entre dos personas. Y por mucha aplicación de móvil que pongas, tiene que haber dos personas. Soy muy crítico con el 2.0 por intereses comerciales; siempre hay que preguntarse qué me están vendiendo.

¿El dolor está en twitter?
El dolor pertenece a la intimidad de la persona. Nos cuesta mucho mostrar nuestro dolor. De alguna forma, estar enfermo es un estigma, en una sociedad donde sus ídolos son gente sana, fuerte y guapa. Nos cuesta, somos muy parcos para contar nuestras heridas. Sin embargo, internet permite conectar a gente con un mismo problema, comunicarse y desahogarse. Pero esta comunicación suele ser privada. No es habitual que la gente se desahogue en un blog; son casos aislados, un uno por ciento de los pacientes, siendo generosos. La mayoría no lo muestra. La información que está en twitter es muy sesgada, cada uno muestra su ego o su parte brillante, nuestro oropel.

¿Cómo se trata el dolor emocional en la consulta?
En la consulta, de alguna forma, tomo el pulso a la sociedad, porque a mí sí me cuentan los problemas, en la consulta sí hay intimidad. Yo siempre pregunto: ¿puedes contárselo a alguien? Y muy poca gente tiene alguien de confianza para contar su problema. Vivimos en una sociedad muy pobre socialmente. Hemos pasado de comunidades pequeñas, las de nuestros abuelos, con una gran red familiar, y todo el mundo conocido; a la ciudad dormitorio, donde no hay red familiar ni social. Algunos de mis pacientes están solos. Este ritmo de vida, cuando uno está sano y bien, perfecto; pero cuando tienes problemas no tienes una red de seguridad, y sin red de seguridad es muy duro estar mal, caer a la lona. Hay mucho malestar emocional y no tenemos muchas armas. En general, la gente tiene muy poquito contacto con su cuerpo, muy poquito contacto con su psicología y con su esfera espiritual. Claro, cuando vienen bien dadas, estás vertido hacia fuera, en la actividad, y no pasa nada. Pero cuando te vienen mal dadas, la situación te obliga a sacar tus recursos físicos, psicológicos y espirituales. Y si ahí no hay un buen contacto personal y un buen contacto social, estamos desarmados. A veces es tan simple como que alguien te recuerde el enorme potencial que tienes. Venimos de serie sobrados; con recursos físicos, psicológicos y espirituales.

¿Confianza absoluta en este potencial de las personas?
Totalmente. Hay ejemplos a todos los niveles, gente con grandes enfermedades que sale adelante. Esto no sale en la televisión ni en los medios, pero yo veo casos dignos de admiración, y estos casos son anónimos. Mi papel, muchas veces, consiste simplemente en hacer de espejo y ayudar a la persona a rescatar su potencial o a que recuerde su verdadero nombre, quién es. El médico muchas veces casi no tendría que hacer nada; cuanto más invisible, mejor. En ocasiones no tengo más que tres minutos en consulta, pero se trata de dar un pequeño toque, algo mucho más sutil que la psicología.

Una de las cosas más complicadas de adquirir para un profesional sanitario es el criterio. Es más difícil que el conocimiento, que tardamos varios años en adquirirlo. Me refiero al criterio para saber si una persona está mala o no, algo que no te enseñan en la carrera. En urgencias lo pasé ‘canutas’ hasta que destilé este criterio, que es reptiliano [el básico o el instintivo en el ser humano]. Tener una persona delante y poder saber si está grave o no… Esto es reptiliano, pertenece al ámbito de la intuición, que más tarde habrá que pasar por el córtex para responder a las preguntas que el caso requiera.

¿Los grandes médicos funcionan con esta intuición?
Todo médico tiene esta parte intuitiva, que va desarrollando con la experiencia. Pero es como todo, hay médicos que tienen muchas habilidades de comunicación, con un córtex [donde ocurre la percepción, la imaginación, el pensamiento, el juicio y la decisión] muy bien desarrollado; y otros que son poco habilitados en la comunicación pero que son muy buenos, por ejemplo, cortando, y son estupendos cirujanos, pero no saben comunicar en profundidad. Cada uno tiene sus habilidades. En mi caso, mi tecnología es la comunicación. No tengo más que mi cerebro en consulta, no utilizo máquinas, ni bisturí, no tengo más remedio que apoyarme en comunicación de alta calidad. La intuición te ayuda para saber en muy poquito tiempo donde está la fisura. Y la experiencia te va diciendo que las fisuras humanas son muy parecidas; todos nos rompemos por los mismos sitios. La visión profunda que tengo yo de las personas es un regalo que me han ido dando durante muchos años, pero es un regalo no personal; tengo claro en la consciencia que es un regalo que he de devolver como servicio público a los demás. Los pacientes me están enseñando permanentemente cosas, están mejorando permanentemente mi capacidad de comunicación, están mejorando permanentemente mi capacidad relacional… Tengo 40 personas al día que me están ayudando, y esto me permite ayudar mejor. Y esta ayuda suele ser muy poquito intervencionista, a veces es un matiz: con una persona anciana, una sonrisa o tocarle la mano; a una persona joven, darle un poquito de perspectiva.

¿Cómo te alivias de todo el sufrimiento?
Escribir me ayuda mucho. La expresión es curativa; escribir nos cura.

Médico de familia en el camino del despertar, te has definido tú. ¿Qué es despertar?
Si me preguntan qué retos tienes en la vida, digo: despertar. O si me preguntan qué es el éxito para ti… Despertar. Ser capaz de estar, sin más. Puro presente. Ya no me produce dolor pensar que paso mucho tiempo dormido. Ya no; soy más condescendiente conmigo mismo. Lo comparo con el mar, con las olas, que van y vuelven. Cuando vienen eres consciente; cuando se retiran, no. El niño cae, llora, y enseguida vuelve otra vez a ser feliz. Somos muy torpes con la conciencia, nos caemos continuamente, nos damos golpes, nos desviamos y nos dormimos. Pero da igual, si rescatamos a este niño interior que somos, da igual. Al niño no le cuesta nada levantarse. Si yo quiero estar presente, estoy presente ahora. Despertar es volver a saborear este chocolate [el que amenizaba la charla] y esta conversación. Esa oportunidad la tenemos todos y todas a cada momento. Probablemente, la verdadera salud tenga que ver con esto.

Gracias, Salvador.

(Salvador Casado es colaborador de el Emotional magazine en la sección Salud consciente)

DESTACAMOS CON MAYÚSCULA DE LA ENTREVISTA

“No somos conscientes cuando estamos sanos, y habría que rescatarlo para nuestro bienestar, para valorar el privilegio que es estar bien”.

“Aplicar creatividad en el rescate de la salud implica a veces utilizar un recurso verbal, llamar la atención, sorprender… Utilizar medios, lo que tengas, que a veces puede ser dar un fármaco, pero también una carta, una poesía, un vídeo…”.

“Me parece básico tratar de ayudar para que el propio paciente rescate su propio potencial creativo, que es fundamental para que una persona sea feliz y plena”.

“El futuro de la medicina va seguir siendo el presencial. Y puedes luego aplicar algún tipo de innovación tecnológica, pero el cuidado, la palabra cuidado, se ejerce entre dos personas. Y por mucha aplicación de móvil que pongas tiene que haber dos personas”.

“Venimos de serie sobrados; con recursos físicos, psicológicos y espirituales”.

“El tiempo te va diciendo que las fisuras humanas son muy parecidas; nos rompemos por los mismos sitios”.

“Los pacientes me están enseñando permanentemente cosas, están mejorando permanentemente mi capacidad de comunicación, están mejorando permanentemente mi capacidad relacional… Tengo 40 personas al día que me están ayudando, y esto me permite ayudar mejor”.

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