“Relaciones poderosas”. Y que tengan sentido

Por Sónia Marquès Camps

Nos detenemos en esta sección de Aquí y ahora para subrayar las partes que más nos han sorprendido del libro “Relaciones poderosas. Vivir y convivir. Ver y ser vistos”, de Joan Quintana Forns y Arnoldo Cisternas Chávez, y publicado recientemente por Editorial Kairós. Un recorrido para comprender las bases sobre las que construimos nuestras relaciones. Y para mejorarlas. Y hacerlo con sentido. Y cuidar sobre todo cómo nos relacionamos con nosotros mismos.

Antes de las relaciones poderosas están las vidas poderosas: aquellas que tienen la capacidad de hacerse responsables de sí mismas. Y que darán relaciones poderosas con los seres que amamos, con los que trabajamos, con aquellos con los que compartimos presente y futuro.

“Experimentamos cada momento de nuestra historia en relación con los demás y con nosotros mismos. Allí es donde sucede la vida y la muerte, la alegría y la tristeza, la esperanza y la resignación, el rencor y el perdón, la soledad y el encuentro, el éxito y la derrota, el desamor y el amor”. Éste es un libro para mirar y fortalecer las relaciones en las que vivimos, tanto la relación con uno mismo como las que mantenemos con la familia, los amigos o el mundo del trabajo.

“Creemos que vidas poderosas constituyen relaciones poderosas, y que relaciones poderosas generan equipos poderosos, y que equipos poderosos son el fundamento de organizaciones y comunidades que pueden cambiar el mundo”. “La responsabilidad nos hace humanos”, enfatizan los autores cuando se refieren a que vivir y relacionarnos de forma poderosa es dirigir nuestra voluntad de desarrollo en coherencia con los valores y compromisos que tenemos con nosotros mismos y con las personas que nos acompañan.

Para tomar conciencia de cómo nos relacionamos hay que tener presente las palabras que decimos, las acciones, la emoción y el sentido; ser conscientes de cómo explicamos lo que nos pasa, qué hacemos o no hacemos, qué estado emocional acompaña y qué sentido tiene para nosotros lo que estamos viviendo. “Esto es lo que nos ayuda a comprender cómo nos relacionamos”.

Y explican: “El sentido tiene que ver con el fin que perseguimos y con la trascendencia de lo que hacemos. Es un norte que surge de lo que quiero y no quiero más para mi vida, de todo aquello que quiero hacer y de lo que no quiero repetir, es ese lugar donde quiero llegar y que me produciría una sensación de plenitud de mi propia presencia y existencia”.

Examinar el sentido que le damos a las cosas desde lo que sentimos nos permite reorganizar nuestra experiencia y deshacernos de muchos objetivos intermedios absurdos que nos hacen sufrir a nosotros y a los que nos rodean. Ésta es una de las ideas centrales y que más nos ha cautivado del libro.

Esto, y dejar claro que el vínculo fundamental de la trama relacional en que vivimos es la relación que tenemos con nosotros mismos. La buena relación con uno mismo. “Partiendo de que solo se puede cuidar aquello que se conoce, la clave de una buena relación con uno mismo es la consciencia de cómo nos narramos en la actualidad, cuáles son nuestras emociones predominantes y cómo llegaron a gobernar nuestra vida”.

Y añaden que una manera de abordar el fortalecimiento de la relación con uno mismo es crear un verdadero sentido de urgencia en cuanto a que el momento de vivir plenamente es ahora, y no mañana. Párrafo que subrayamos, junto a: “Si piensas en lo pequeña, breve e inestable que es tu existencia en millones de años luz estrellas, lo único posible es valorar la maravillosa sensación de estar aquí y ahora”…. “La persona que tiene consciencia de la brevedad e irrelevancia, y que además está en paz con esto, puede mirar a otros desde la paz, desde la aceptación de sus características, desde la curiosidad de comprender cómo es que el otro llegó a ser así”.

El libro dedica un espacio muy destacado a las relaciones de trabajo. Nos paramos especialmente en el apartado que aconseja “operar desde una nueva comprensión de lo que significa trabajar; entender el trabajo como la construcción sistemática de satisfacción en una red de personas que yo valoro laboralmente y con las cuales quiero vivir y relacionarme”. Construir una identidad laboral poderosa pasa por centrarse en ir más allá de hacer bien el trabajo y en cuidar la experiencia que las otras personas tienen cuando trabajan con nosotros.

“No somos buenos trabajadores solo porque cumplimos nuestra tarea, sino que, además, siempre hay un fondo ético compartido que consolida las relaciones”.

Antes, tendremos que haber definido nuestro objetivo profesional más prioritario. Saber que está en nuestras manos hacer la vida laboral que soñamos, si antes hemos asumido esta responsabilidad y generamos acciones relacionales que cambien nuestro espacio de oportunidades.

Aquí, la clave vuelve a ser el sentido; “identificar lo que me da sentido. ¿Cómo disfruto y en qué momentos me he sentido feliz? Evocar los momentos en que experimentamos satisfacción por lo que hacíamos es un acto de reafirmación de que podemos ser nosotros mismos, y de que además somos capaces de construir lo que deseamos junto a otros seres humanos; es cuando nuestra presencia tiene sentido, en nuestro ser y en nuestro hacer, en lo que hacemos, en lo que sentimos y en el para qué de todo ello”.

Terminamos esta reseña de párrafos literales del libro con la idea que de que aceptar nuestra vulnerabilidad e imperfección es el paso necesario para librarnos del sé perfecto y quedarnos con el sé y haz.
“Reflexionando sobre nuestras fortalezas y vulnerabilidades (lo que tengo y lo que me falta, lo completo y lo incompleto, lo que fluye y lo que tensiona) podré entender que esta dualidad es el motor de nuestra existencia, y que su oscilación es la que nos hace avanzar. Es esencial saber reconocer las dos partes; negar una de ellas distorsiona la realidad, puede hacernos verdugos o víctimas de los otros o de aquellas situaciones que nosotros mismos generamos. Conociendo los dos polos estaremos preparados para actuar desde nuestra fortaleza, desde lo que hacemos bien y se tiene en cuenta de nosotros”.

Y la conclusión: “Para construir relaciones poderosas hay que hacerlo desde el poder personal, desde las capacidades que nos dan seguridad y nos confirman que somos seres libres y con el derecho de disfrutar y hacer felices a los otros”.

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