María Jesús Álava: “No hay felicidad sin sensibilidad ni sabiduría sin flexibilidad”

Por Sónia Marquès Camps

María Jesús Álava Reyes, autora de Las tres claves de la felicidad, sobre el arte de perdonarse, dice que saber hacerlo tiene mucho que ver con la autoestima. “Perdónate bien, quiérete mejor y coge las riendas de tu vida” es el gran grito de transformación de este libro. Nos ha encantado el discurso de ideas muy claras de esta psicóloga clínica. María Jesús Álava Reyes ha escrito otros títulos tan fascinantes como La inutilidad del sufrimiento, Recuperar la ilusión o Trabajar sin sufrir.

Se perdonan más fácilmente las personas que son más seguras de sí mismas, dices.
Y lo que hemos visto es que en personas que hacen un trabajo para encontrarse bien hay como una resistencia que no les permite dar este paso adelante. Y cuando lo hemos analizado, después de muchos años, hemos visto que el elemento fundamental es que hay algo que no se han perdonado, y que esto les está condicionando. A veces, son hechos que sucedieron hace años. Son un tipo de personas que,  normalmente, no dudan en perdonar a los demás, pero que son muy autoexigentes y a veces muy inflexibles a la hora de perdonarse a sí mismas. Y esto es un hándicap que, o superamos, o lo arrastramos para siempre.

María Jesús Álava, en una foto de ©Carlos Alba.
María Jesús Álava, en una foto de ©Carlos Alba.

Entonces, ¿invitarías a todas aquellas personas a quienes les cuesta perdonarse a que indaguen un poco en su pasado, para saber qué no se han pedido perdonar, qué les impide ser merecedoras de la felicidad o de las cosas buenas que les ocurren?
Hay gente a la que nos le cuesta nada perdonarse. Y otra cuya vida gira en torno a lo que consideran un error, una equivocación. Y les dices, pues imagínate que realmente fue un error. Es que es lógico que nos equivoquemos; somos personas, y los seres humanos cometemos errores. Los niños lo aceptan maravillosamente bien, se dan cuenta de lo que han hecho mal y se perdonan. Nacemos sabiéndonos perdonar, y en la vida es como si después fuéramos desaprendiéndolo. Y nos exigimos aquello que es imposible. Porque, ¿qué tienes que hacer para no cometer errores en tu vida? No se puede. Se trata de vivir. Además, en los errores está la posibilidad de aprendizaje humano y de humanización. Es bueno para los que se creen que lo saben todo ver que siguen cometiendo errores; les acerca a su faceta más humana.

Perdonarnos, pero habiendo aprendido de los errores.
Claro, porque si no, es un perdón un poco inútil. Cuando tienes algún acto del que te arrepientes, puedes darles vueltas toda la vida y que esto te esté condicionando innecesariamente. O analizarlo, saber qué paso, aprender para no repetirlo en el futuro, y ponerte en marcha.

Recojo una frase textual: “No se trata de juzgar lo que hicimos ayer sino de cambiar la actitud; aprender de ello y centrarse en el presente”.
Cuando juzgues algo que ocurrió, no juzgues lo que hiciste en el pasado, sino la actitud que tienes en el presente. Intenta resolverlo, intenta enmendarlo. Lo que te pertenece es la actitud que tienes en este momento. Lo que hiciste en el pasado se escapó ya de tu vida, y ya poco puedes hacer para cambiarlo.

“No hay felicidad sin sensibilidad. No hay sabiduría sin flexibilidad”. Me ha encantado esta idea.
Hay gente que teniéndolo aparentemente todo y sin tener la sensibilidad para apreciarlo se siente permanentemente insatisfecha. La felicidad está en las pequeñas cosas. Hay que ser conscientes de que somos privilegiados, y si no tienes esta sensibilidad para captarlo es como si directamente malgastaras tu vida. Es uno de los grandes errores.
La flexibilidad, por otro lado, es una de las grandes enseñanzas. Nuestra cultura nos ha enseñado a ser bastante inflexibles con nuestras ideas o nuestros puntos de vida. Cuando una persona no es flexible, es imposible que sea feliz. Además, será una persona injusta siempre en las relaciones con los demás. Muchas verdades corresponden a una serie de ideas muy racionales que te condicionan la vida.

Y haciendo referencia a otro libro tuyos, “Trabajar sin sufrir”. Interesará mucho saber cuál es la clave para trabajar sin sufrir.
En este libro explicaba que del tiempo que estamos despiertos, las dos terceras partes las pasamos trabajando. Entonces, si no disfrutas en el trabajo, ¡qué infelicidad más grande!
Intenta sentirte bien cada día. No hables mal de tus compañeros. Aprende a decir no. Decir no a veces es un sí a ti mismo. Nunca cedas en lo esencial. Porque no conozco a ninguna persona que haya cedido en lo esencial y después haya podido ser feliz. Desconecta cuando estés fuera del trabajo, coge distancia, vive tu propia vida más allá de la actividad laboral. Y no pienses que lo tuyo es más o menos importante que lo de otro, porque esto depende de cómo tú lo vivas. Y luego hay un tema fundamental: no te confundas y anheles un éxito inalcanzable, como ser director general. Este no es el auténtico éxito, esto es un objetivo. Porque muchas personas cuando obtienen lo que creían que les llevaría al éxito después se dan cuenta de que perdieron su vida pretendiendo algo que luego jamás les trajo la felicidad. El éxito, que a veces es una casualidad (y en ocasiones, hasta una injusticia), es sentirse bien desde que amaneces cada día. Cuando te despiertas, llena tu hucha emocional; piensa y agradece lo que tienes; haber dormido en una cama (hay un tanto por ciento del Planeta que no duerme en una cama); tu casa, la ducha con agua caliente, tu cafetito, tu trabajo… Empieza a disfrutar de todo lo que tienes, y no vivas el trabajo como la angustia de tu vida, sino como una oportunidad de ir creciendo cada día y de ir compartiendo tu experiencia con los demás y de ir ganando en sabiduría. Insisto mucho en este libro que no nos pagan por sufrir, si no, no habría salario que pagara este sufrimiento.

También hablas en uno de tus libros de la inutilidad del sufrimiento.
Es imposible no sufrir cuando se te muere un ser querido, cuando tienes un auténtico drama. Pero eso no llega al cinco por ciento de las veces cuando la gente te cuenta su sufrimiento. Y esto lo hemos constadado estadísticamente en consulta. Normalmente, es un sufrimiento inútil, que provoca un desgaste emocional enorme. Y es impedirte estar viviendo la vida. De ahí la inutilidad del sufrimiento.
El sufrimiento tiene como buena valoración; es como si la gente que sufre sea más profunda… Pero es que la mayoría de las veces no tenemos que sufrir, y cuando sufrimos nos quedamos totalmente diezmados de nuestra fuerza y de nuestra energía, y esto nos impide ser felices y superar realmente las dificultades.

Perdonarse a uno mismo, por retomar el inicio de la entrevista, nos evita bastante sufrimiento, ¿verdad? 
Absolutamente. Dejar de sufrir está en nuestras manos. Y es un acto de responsabilidad.

Muchas gracias, María Jesús.

@soniamarcamps

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