Lo que enseña la alegría de los niños

Por Julia de Miguel

Si hay alguien que vive estos días festivos de Navidad con alegría e ilusión son los niños. Son fechas envueltas en magia e ilusión para ellos. Y es que viven estos días (y en verdad, casi todos los días del año) con una alegría en mayúsculas de la que, seguramente, hay mucho que aprender.

No es una alegría al uso, de esa que podemos sentir como adultos, esa que es en muchas ocasiones efímera, que se apaga una vez pasado el motivo de alegría. ¡Su alegría es mucho más profunda! Es la alegría de vivir, de estar abiertos a lo que venga, de confiar en la vida, de dejarse sorprender por ella, de abrirse a la curiosidad de lo inesperado… Alegría que se siente desde el corazón.

Y es una alegría compartida. La comparten con nosotros, nos la regalan a través de su sonrisa, de su risa contagiosa, de su ensimismamiento cuando juegan ellos solos, de sus abrazos llenos de ternura, de sus manos que buscan las tuyas. Porque la alegría sólo es superlativa cuando se vive con el otro, desde la generosidad de compartirla y regalarla.

“…pero quien sea alegre se halla activo, dispuesto, porque la alegría implica encontrarse pleno de ardor, de entusiasmo, porque se es animoso y gozoso

“”Dar alegría es reconocer que nuestra armonía podría desvanecerse sin la presencia y la palabra del otro, de la otra, que nos da vida. Una alegría no lo es tanto si no hay con quien alegrarse. Por eso nos acompañamos de cuantos nos procuran lo mejor de nosotros mismos y nos ofrecen algo que tal vez ha de brotar y sólo con él, con ella, emerge. Nos permiten saborear lo que la vida nos ofrece, nos dan alegría, quizá la que nos es propiedad de nadie, la que sólo destella cuando nos encontramos junto a su lado

(Ángel Gabilondo)

En eso, los niños son expertos y nosotros podemos aprender de su alegría, observándoles, acompañándoles y sobre todo ¡volviendo a ser niños! Recuperar a nuestro niño, que siempre está con nosotros, aunque puede que en algún rincón olvidado…¡Vuelve a él! Estas son fechas magníficas para un reencuentro. Con tu esencia, con la alegría inocente y juguetona, que se apellida gratitud, amor, sorpresa.

Un trocito de carta a los Reyes Magos de Olivier (8).
Un trocito de carta a los Reyes Magos de Olivier (8).

Una excelente oportunidad de volver a ser niño es… ¿Recuerdas tu noche de Reyes? Tras una noche de nerviosismo, de un cosquilleo juguetón que invade todo el cuerpo, de asombro y admiración al ver llegar a sus Majestades los Reyes Magos de Oriente en sus carrozas de ensueño, rodeados de fantasía, misterio, alegría…; tras una noche en la que esos paquetes envueltos en papeles de colores pasan a un indudable segundo plano, llega el gran día.

Juguetes, regalos, ilusiones madrugadoras que dibujan sonrisas a primeras horas de la mañana. Día de Reyes, de chocolate con churros, de roscón… Y también es un día en el que como padres y madres podemos llevarnos un aprendizaje enorme de nuestros hijos. Ellos nos enseñan que los sueños, la fantasía, la ilusión, la imaginación son ventanas que nos permiten crear el mundo en el que queremos creer  y crear. Ellos crean su mundo mágico, bello, inocente, alegre, misterioso, a veces triste, incluso en ocasiones injusto, aunque siempre con tintes de locura, de colores intensos, de lluvia que apenas moja, de barro que mancha y dibuja banderas piratas con dragones con falda y baritas mágicas…

Es un día para ser consciente de que el regalos más maravilloso que tus hijos reciben es el de tu tiempo: para observar sus ojos de admiración al abrir ese paquete multicolor, para dedicarle tu sonrisa cómplice por el sueño cumplido, para jugar a ser un niño otra vez, para crear la más bella melodía con tus y vuestra risa nerviosa que sale de las cosquillas más divertidas, para simplemente estar aquí, junto a él, junto a ellos, siendo cómplices de su inmensa alegría y emoción. Y es un día para aprender de ellos, de tus locos bajitos.

Y es que hoy hay magia, ilusión, fantasía… Y no sólo hoy… Ellos tienen la capacidad de soñar e imaginar ¡todos los días del año! No empaquetes también esa capacidad para que simplemente sea un regalo el día de Reyes. Permíteles soñar siempre, crear sus mundos mágicos todos y cada uno de los días del año, y por favor, ¡sueña tú con ellos!

Nada ni nadie debería quitarnos la capacidad de soñar, de vivir cuentos mágicos, de imaginar… Porque eso sería dejar morir nuestro niño, ese que nos da vida, que de vez en cuando nos recuerda que la felicidad está dentro de nosotros, que lleva coletas, que come piruletas, que salta en los charcos al tiempo que ríe nervioso, que corre en el campo y encuentra tesoros en forma de nidos de pájaro, que siente, que vive la vida con intensidad… Que sabe que el tiempo es vida y vive cantando, riendo, observando, jugando, sintiendo.

Quitar a un niño la posibilidad de soñar es como despertarlo de un sueño fantástico. Y lo más grave del caso, es hacerlo molestos porque nosotros, los mayores, hemos perdido la capacidad de imaginar ilusiones. La realidad o la irrealidad de un sueño, no depende de lo soñado, sino de la aptitud de quien sueña. Por eso, para los niños los sueños siempre son reales…”.

@judimat
http://www.juliademiguel.blogspot.com.es/

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