La alegría de vivir es la base de la felicidad en el trabajo

Por Juan Manuel Martín Menéndez

¿Es posible ser feliz en el trabajo si uno no se siente feliz en su vida? Difícilmente. Todos los días nos llevamos al trabajo a nosotros mismos y nuestro estado de ánimo, y es difícil que si éste no es feliz, en el trabajo vayamos a experimentar un alto grado de felicidad; nuestro tono emocional general marca los límites.

Cuando se habla de felicidad en el trabajo se suelen tratar temas relacionados con éste como la satisfacción con lo que se hace, la atmósfera laboral, el sueldo, las posibilidades de carrera y otras tantas cosas que influyen, ciertamente, en nuestro grado de felicidad con nuestra vida laboral y profesional. Sin embargo, la felicidad general de la persona no se suele abordar por estar enmarcada dentro de eso que ha dado en llamarse nuestra “vida personal”.

Indudablemente, si quien está pensando en la felicidad laboral es una empresa u organización, es lógico que se centren en aquellos aspectos sobre los que tienen capacidad de maniobra. Pero si de lo que hablamos es a título particular de nuestra propia felicidad en nuestro trabajo, hemos de empezar por aquí, porque la felicidad de vida es la base sobre la que se construye la felicidad en el trabajo. Incluso muchas empresas están ya poniendo en marcha iniciativas, normalmente formativas, para contribuir a que sus empleados sean felices en sus vidas, conscientes del impacto que ello tiene en su trabajo y en la propia empresa: un estado anímico de felicidad tiene un gran impacto en nuestro rendimiento laboral, de hasta el 33 por ciento.

Así que empecemos por aquí: Cómo lograr la tan buscada felicidad.

Que todos queremos ser felices es un hecho innegable. No hay más que preguntar a cualquier persona qué es lo que más desea en su vida para que acabe diciendo: “mira, yo lo que quiero es ser feliz”. El propio Aristóteles, gran estudioso de la naturaleza humana, ya lo dijo: “La búsqueda de la felicidad se encuentra detrás de todos los actos de nuestra vida”. Sin embargo ¿cuántos de nosotros hemos sido educados en el “arte de la felicidad”?

La felicidad es en primera instancia una decisión, hemos de decidir ser felices para que ese deseo que se encuentra en nuestro ADN espiritual se transforme en acción y en resultados. Cuando de lo que se trata es de nuestra felicidad no hemos de ser meros sujetos pasivos. Aunque, como decía Aristóteles, detrás de todos los actos de nuestra vida podemos encontrar ese deseo de ser felices, la felicidad la podemos convertir en un objetivo a lograr al que nos aplicamos con la misma diligencia que a cualquier otro objetivo que persigamos.

Una vez que hemos tomado esa firme decisión ya tenemos medio camino andado porque la propia decisión nos moverá a la acción para lograr nuestro objetivo.

¿Es posible ser felices? Algunos dicen que no, que es una quimera, que la felicidad no existe. Seguramente tienen razón ya que todo depende de qué consideremos qué es la felicidad. Si consideramos que es un estado de permanente éxtasis existencial, de alegría y regocijo permanente, de ausencia de dificultades y problemas… yo estoy con ellos: la felicidad no existe. Pero si consideramos la felicidad como un estado general de dicha, de contentamiento, de alegría de vivir, esto sí que existe y es posible; hay muchas personas que lo experimentan, incluso algunas con importantes dificultades, problemas e incluso enfermedades.

Probablemente, la felicidad sea el tema filosófico sobre el que más se ha escrito tratando de definirla y de plantear caminos para lograrla. Hoy en día disponemos de una gran cantidad de sabiduría que se encuentra en los textos que nos han dejado grandes autores y tradiciones filosóficas y espirituales, y que nos pueden ayudar en nuestro objetivo. Junto a ellos, en los años noventa apareció en el campo de la psicología una nueva corriente a la que se llamó Psicología Positiva y a la que se le dio el objetivo de ayudar a las personas a lograr ese gran anhelo humano de ser felices. Desde su aparición, la felicidad dejó el ámbito filosófico y entró en el terreno eminentemente práctico de la psicología.

Ser felices, es decir, vivir en un estado general de dicha, contentamiento y alegría, no es tan difícil si aprendemos el “arte de la felicidad” y adoptamos algunos hábitos que contribuyan a llenar nuestra vida de emociones positivas tales como la alegría, el amor, la ilusión, el disfrute, el placer o la gratitud. La principal aportación de la Psicología Positiva es que eso que llamamos felicidad no es más que un estado emocional positivo cuyos colores son las emociones positivas. Cuando tenemos estas emociones es cuando nos sentimos felices.

A continuación, te dejo diez hábitos que ayudan mucho a llenar nuestra vida de emociones positivas, y en consecuencia de felicidad:

  1. Pasar tiempo con la familia y los amigos
  2. Mirar tu vida con los ojos de la gratitud
  3. Mirar tu futuro con optimismo
  4. Realizar actos altruistas
  5. Tener sueños y metas
  6. Saborear los placeres
  7. Tener aficiones
  8. Vivir una vida comprometida
  9. Querer lo que tienes
  10. Mirar el lado divertido de la vida

Ocúpate de estas cosas y cada día llevarás contigo al trabajo a una persona feliz que también lo será en su trabajo. Y si éste presenta grandes impedimentos para ello, logrará el trabajo que esté en armonía con su estado interior de felicidad.

Que tengas un gran día.

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