“El sueño de Berlín” de una adolescente con TOC

Por Sonia Marquès Camps

No es fácil definirlo y tratar de ponerse en la piel, como hacen los autores de este genial libro, Premio Anaya de Literatura Infantil y Juvenil, de una adolescente con Trastorno Obsesivo Compulsivo, TOC, con toda la complejidad del personaje, de la persona que hay detrás, más allá de unas siglas.

Y a través de este libro, “El sueño de Berlín”, hablar del sufrimiento de quien lo padece, del estigma y la incomprensión, del miedo que se sufre, incluso a la propia enfermedad, de su lucha por enfrentarse a todos sus temores; de la necesidad de relaciones y de mantener una vida próxima a la normalidad, de seguir los estudios, de las relaciones con los compañeros de clase, a pesar de la dificultad que tienen. Y habla sobre todo de cómo siempre es el amor que te brindan y el que damos lo que permite ganar todas las batallas, incluso el de la enfermedad mental.

Hablar del libro es hablar, con todo lo complicado que es, de lo que implican estas siglas… Solo unas siglas para hablar de la complejidad de lo que sufre el personaje: Ana, una adolescente que se enfrenta a su incapacidad de controlar sus obsesiones y se sienten impulsados a hacer “un montón de cosas absurdas” que les ayudan a controlar su angustia. “Eso soy yo, mi miedo, mi necesidad de controlar el miedo mediante rituales que, al final, solo consiguen aplazar la angustia”. El deseo de neutralizar las amenazas más inmediatas, a base de palabras, gestos, repeticiones de ciertos comportamientos para evitar una crisis de ansiedad.

Lo más bonito del libro es que podemos entender el sufrimiento personal de quien lo padece y se considera “una enferma”; porque hay algo dentro de mí que no está bien, que me deforma entera, que me convierte en una caricatura de mí misma. Algo incomprensible; muerto, frío… “. Comprender cómo golpea el autoestigma. Y lo que es más terrible es que la enfermedad asusta. Primero a uno mismo, después, a los demás. “Cómo va nadie a entenderlo…”.  La injusticia del estigma…

Empatizamos con el miedo que padece Ana a perder el control cuando sale de la rutina y se enfrenta a cosas nuevas. Todos sus intentos y el sufrimiento de no lograrlo, y repetir una crisis de ansiedad.  “Una vez que ya has entrado en esa espiral que te arrasa hacia abajo, es demasiado tarde… No puedes hacer nada para detenerla. Y está el miedo a que la espirar atrape también a los que están cerca”.

Hasta que conoce a Bruno, un chaval de clase, y este primer amor adolescente, pero intenso, auténtico que sienten ambos, es lo que la ayuda a enfrentarse a sus peores temores. Este chico la protege, la quiere. Intenta ponerse en su piel y acaba sufriendo por ella y por la dificultad de la relación. Pero no se hunde, no abandona. La acepta “Hay una parte muy difícil de comprender y, seguramente, de aceptar. Pero es parte de ella. Es Ana”. A él no le importa su enfermedad, le importa Ana.

A partir de la relación, y de la mano con Bruno, Ana empieza a prender a vivir de otra forma, aceptando esta “imperfección” en su vida. Poco a poco, consigue acostumbrarse a ello. No significa que esté curada, significa que se puede aprender a vivir con la enfermedad. “Que soy más que un trastorno, que unas siglas no bastan para definirme”. Es el comienzo de una nueva manera de vivir… Cuando el diario personal, tan válido en algunos momentos para exteriorizar lo que siente sin ceder a sus impulsos irracionales, es sustituido por momentos de pura vida. “Por primera vez, la vida empieza a ser más interesante que mis interminables reflexiones sobre ella”.

El libro se titula “El sueño de Berlín” porque con la ayuda de Bruno, Ana consigue enfrentarse a los miedos que impiden que cumpla el sueño de su vida, un viaje a Berlín, que incluye visita al busto de de Nefertiti. Los autores del libro utilizan el simil de la imperfección en el ojo de la diosa egipcia, en una invitación a mirarlo de frente, para aceptar nuestras imperfecciones. Porque somos perfectos ya tal como somos. Bruno enseña a Ana a aceptar el ojo despintado en el rostro de Nefertiti. “Con él, me atrevo a ser yo misma, a pesar de todos mis defectos, y siento que no necesito estar en guerra permanente con lo que pienso y lo que siento”.

Un final emocionante. Nuestra enhorabuena por el trabajo de los dos autores del libro, Ana Alonso y Javier Pelegrín, y a Anaya por esta labor de difusión de qué es realmente TOC y de qué es realmente lo que vive quién lo padece. Porque permite comprenderlo.

@soniamarcamps

Dejar un comentario

nombre*

Correo electrónico* (no publicado)

sitio web