¿Necesidad o preferencia?

Por Cris Moltó

Aprender a soltar las cosas para que, cuando ya no estén en nuestra vida, ni suframos ni nos hagamos daño.  De lo contrario, ‘el precio emocional’ que pagamos aferrándonos a ellas es una privación de libertad de nosotros mismos.

Las relaciones están para cuidarlas, vivirlas y disfrutarlas  sin aferrarnos, y desde un proyecto común compartido donde poder ser auténticamente nosotros mismos, sentirnos libres y, lo más importante, crecer y seguir siendo nuestros propios electores a la hora de tomar nuestras decisiones, con el apoyo y compañía incondicional de quien se encuentra junto a nosotros.

Sin duda, eso es el Amor. Y ese, el mejor modo de entablar y consolidar relaciones saludables basadas en la tolerancia, respeto, y en las que sentirnos de igual a igual, siendo libres, independientes y con la enérgica convicción de que la persona elegida para acompañarnos en el viaje de nuestra vida cuenta con el propósito único de hacernos sentir más felicidad de la que (ya de por sí) nuestra propia misión de vida nos obliga per sé.

Nos hemos acostumbrado a contraer lazos emocionales que nos hemos terminado autoimponiendo como esenciales o vitales en nuestra vida, cuando, ciertamente, lo único vital y esencial en ella somos nosotros, puesto que… somos lo único que de verdad permanece en ella. Somos nuestro punto de referencia y, como tal, somos nosotros quienes igualmente damos o quitamos valor… sumamos o restamos… y quienes  finalmente decidimos asumir el control, tomar conciencia de nuestra valía y estar hábiles a la hora de empoderarnos para quitarle el ‘poder al otro’ y ‘concedérnoslo a nosotros mismos’.

¡Nuestro bienestar es nuestro y de nadie más! Y justo por ello es que no podemos dejarlo en manos de nada ni nadie, salvo en nosotros.

Si hay algo que debemos evitar a toda costa es caer en la dependencia emocional que generan las relaciones nada sanas que, en muchas ocasiones, nosotros mismos lamentablemente terminamos consintiendo mediante la aparición de dos enemigos implacables como son el miedo a la pérdida y el apego. Cuando entran en acción, las sensaciones que nos invaden solo suscitan sentimientos vinculados a la ansiedad, el pánico, el dolor, la inseguridad o la necesidad de posesión.

“La necesidad te esclaviza, la preferencia te libera”… Ni más ni menos, que palabra de Walter Riso. Si hay a lo que aspiro con este artículo es que nos alejemos y huyamos despavoridos de la sensación que (con mayor frecuencia de la debida), llegamos a tener cuando sentimos que ‘nunca podemos decidir’ o, peor aún, cuando el transcurso de nuestra historia es indicativo directo de que nuestra vida… nuestro amor y cariño… o ‘nuestro corazón’, incluso, se encuentra en manos de una segunda persona.

¿Necesidad o preferencia?; ¿cuál es tu opción?

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