Niños cargados de libros… y del peso de expectativas

Por Julia de Miguel

Aquí va una propuesta para ir aligerando la carga emocional de la mochila de nuestros hijos e hijas, cuando les cargamos de forma inconsciente de las expectativas que tenemos para ellos, de los miedos, de las prisas, de las opiniones de nuestro entorno…

Ha comenzado el otoño, las puertas del colegio vuelven a estar abiertas, y de nuevo, las mochilas de nuestros hijos e hijas se llenan de libros, estuches, libretas, el bocata del almuerzo… Cada año el peso es mayor. Y a ese peso “material” vamos añadiendo otro tipo de “pesos” sin darnos cuenta, pesos que no son visibles, pero que cada año van haciendo más y más pesada esa mochila.

A esos pesos “materiales” parece que podemos poner solución con mochilas de ruedas, o sustituyendo libros por tabletas (solución que a mí no me convence mucho…). Pero, ¿cómo aligeramos los otros pesos?

Me refiero a esos que de forma inconsciente, padres y madres, metemos en la mochila de nuestros hijos. Las expectativas que tenemos hacia ellos, los miedos, las prisas, las opiniones y el qué dirán de otros padres y madres, las clases extraescolares que hacen que el tiempo sea tan sólo ese enemigo que te impide llegar a tiempo para convertir a tu hijo en alguien que pueda “ganarse la vida”… Pesos que son nuestros y que cargan nuestros hijos al comienzo de curso.

¿Por qué no comenzar de otra forma, por qué no poner consciencia en cómo queremos vivir este comienzo y este curso?

Por qué no cambiar el miedo por Confianza. Confiar en nuestros hijos e hijas, en sus capacidades, en que dentro, en su interior, tienen todo lo que necesitan para VIVIR con mayúsculas. Nosotros, como padres y madres, podemos acompañarles a que descubran y desarrollen esas habilidades, confiando en ellos, animándoles a asumir retos posibles a su edad, haciéndoles ver que cada error cometido es un paso más hacia su meta y que siempre trae un aprendizaje que nos hace crecer y seguir hacia delante. Apoyándoles en la búsqueda de sus sueños, con determinación y perseverancia, acompañándoles a descubrir sus fortalezas para potenciarlas y sus debilidades para tenerlas en cuenta y trabajarlas.

La confianza hacia nuestros hijos trae consigo personas: responsables y proactivas, con una buena autoestima y capaces de crear todo aquello en lo que creen con el corazón. En definitiva, personas que se sienten protagonistas de su vida.

Prisas por Presencia. Cambiar ese valor que damos al hacer, por el Estar. ¿Sabes cómo? Prueba a jugar con ellos, dejando a un lado tu móvil, el ordenador… Y deja que ellos te enseñen el arte de la presencia. Te puedo asegurar que la recompensa es maravillosa. Para ti, porque sientes la vida con mucha más intensidad; para tus hijos, que ven en ti un acompañante único y un maestro de vida; para las personas que están cerca de ti, que se sienten escuchadas y vistas. ¿Recuerdas la película de Avatar? Sus habitantes se saludaban poniéndose la mano en el corazón y decían: “te veo”. Sí, te veo, te reconozco, te siento y honro quien eres, estoy contigo ahora. Esa es uno de los mayores anhelos (y una de las mayores necesidades) del ser humano: Sentirse visto, reconocido.

Las expectativas por la Aceptación. Nuestros hijos no son un molde de barro al que hay que moldear y dar forma como queramos y después dejar secar para que se conviertan en eso que nosotros creemos que es bueno para ellos o que es el camino correcto. Ellos ya SON. Nosotros como padres podemos acompañarles, guiarles en ese camino para que saquen de dentro su luz, su mejor versión. Podemos guiar a nuestros hijos desde nuestra experiencia de vida, con la humildad que da el saberse eterno aprendiz de vida, con la mirada creativa, paciente, para que así nuestros hijos se sientan vistos, reconocidos. Convirtiéndoles así en personas responsables, con una autoestima sana, proactivos, en definitiva, apoyándoles para que se conviertan en auténticos líderes de su vida.

Cambiar lo establecido socialmente por la Creatividad: somos los creadores de nuestra vida. Cada mañana al levantarnos podemos elegir cómo vivir el día. Y eso es Creatividad. Mirar de manera diferente, curiosa, hacernos preguntas, atrevernos, escuchar lo que nuestra voz más profunda nos dice que hoy necesita, ser la expresión de nuestro ser auténtico. Cuando sentimos esa fuerza, ese poder que todos y cada uno de nosotros tenemos, entonces nos convertimos en Creadores. No nos importan los juicios, las críticas, las opiniones de otros… Porque nuestra fuerza es mucho mayor. Y eso nos lleva a vivir desde nuestra verdad. Y entonces, nos da igual si nuestros hijos no hacen tantas actividades extraescolares como el resto, o no es tan bueno en matemáticas como su mejor amiga, o si pasa horas jugando con piedras, palos, hoja o pintando, bailando, en vez de otras actividades mas “formativas”, porque lo que vemos en nuestros hijos es disfrute, entusiasmo, pasión, y eso es el ser humano.

Cambiar el agobio, las preocupaciones… por el juego, la risa, la alegría. Los abrazos y los besos, las miradas cómplices y el AMOR. Esa es la fuerza  más poderosa, ligera, acogedora que existe.

¿Te imaginas una mochila así? Liviana, cada día más. Una mochila que permita a tu hijo/a ir cada mañana al colegio saltando, jugando, que le permita volver a sentir sus alas, esas que le permitirán echar a volar con toda su grandeza.

“Tus hijos no son tus hijos,
son hijos e hijas de la vida
deseosa de sí misma.

No vienen de ti, sino a través de ti,
y aunque estén contigo,
no te pertenecen.

Puedes darles tu amor,
pero no tus pensamientos, pues,
ellos tienen sus propios pensamientos.

Puedes abrigar sus cuerpos,
pero no sus almas, porque ellas
viven en la casa de mañana,
que no puedes visitar,
ni siquiera en sueños.

Puedes esforzarte en ser como ellos,
pero no procures hacerlos
semejantes a ti
porque la vida no retrocede
ni se detiene en el ayer.

Tú eres el arco del cual tus hijos,
como flechas vivas son lanzados.

Deja que la inclinación,
en tu mano de arquero
sea para la felicidad
Pues aunque Él ama
la flecha que vuela,
Ama de igual modo al arco estable.”

Khalil Gibran

 @Judimat

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