Cuando hacemos de nuestros hijos nuestro proyecto de vida

Por Julia de Miguel

Hacer de nuestros hijos nuestro proyecto de vida es muy diferente a hacer con tus hijos tu proyecto de vida. Lo segundo es una relación con menos carga emocional para ellos, de amor sin dependencia, mucho más libre y que les permite más autonomía.

En muchas ocasiones, escucho decir a mujeres que su proyecto de vida son sus hijos. Dedican todo su tiempo a ellos. Deciden dejar de lado su vida personal, sus amistades, su proyecto profesional, incluso descuidan su relación de pareja, en base a un viejo paradigma en el cual la mujer es cuidadora y lo que se salga de ahí supone ser egoísta o falta de dedicación. Esta es una cara de la moneda.

La otra cara: hay muchas mujeres que no renuncian a sus trabajos, ni a su vida. A veces, lo que reciben nuestros hijos e hijas no es tanto lo que hacemos de manera consciente, sino que nuestras acciones y nuestra energía viene de nuestro inconsciente. Mostramos una imagen de mujer independiente, que puede con todo, que es capaz de estar a tope en todas las parcelas de su vida, que con la frase “date prisa” en su boca, que acaba agotada el día… Y donde la culpa también suele estar presente. Culpa porque siente que no pasa tiempo con sus hijos, al menos el que “debería”, porque quiere tener su propio proyecto profesional, pero eso exige tiempo, dedicación y esto supone ‘quitárselo’ a su familia… Y así, en este tira y afloja, nos podemos pasar la vida.

Estos dos modelos suelen ser en verdad las dos caras de una misma moneda o de un mismo paradigma de mujer y su papel en la sociedad actual: una mujer cuidadora, que se entrega a sus hijos, que hace de ese cuidado su proyecto de vida. En el primer caso, se ve claro, “lo dejo todo para estar con mis hijos; dedico a ellos mi vida”. En el segundo, aunque pueda parecer todo lo contrario, el sentimiento de culpa marca que ese paradigma sigue ahí, de manera inconsciente. Y nuestros hijos lo que reciben es esa energía de culpa, de insatisfacción. Ellos sienten la infelicidad, el agobio, la frustración. Porque no es lo que hacemos o decimos, sino la carga emocional que llevan nuestros actos, nuestras palabras. Lo que llega a nuestros hijos e hijas (y a cualquier persona que tenemos al lado) es desde dónde hacemos las cosas.

En otros casos, como padres, puede que hagamos de los hijos nuestro proyecto de vida para cubrir necesidades. Unas necesidades que en realidad ellos no puedan darnos. Les hacemos el centro de nuestra vida después de una separación, o como consecuencia de una relación de pareja que no funciona, o proyectamos en ellos esos anhelos o sueños que no conseguimos y hacemos de nuestros hijos el medio para que sean quienes los cumplan por nosotros o nosotras.

En todos estos casos, la relación que creamos con ellos es de dependencia. Les estamos haciendo cargar con nuestros miedos, rabias, inseguridades, frustraciones, necesidades… El mensaje que les llega es, o bien que son el centro de nuestras vidas, y eso es una carga muy grande para ellos, o bien que tienen que estar cerca de nosotros, que no pueden fallarnos… después de lo que hemos hecho o ‘sacrificado’ por ellos.

Pero, para enseñar a nuestros hijos e hijas a ser personas independientes, para mostrarles lo que es el amor sano y libre hay que procurar no hacer de nuestros hijos nuestro proyecto de vida. Más bien haz que TUS HIJOS FORMEN PARTE DE TU PROYECTO DE VIDA.

(Foto: Dibujo libre de Olivier)
(Foto: Dibujo libre de Olivier)

Cuando tienes un proyecto propio y sólido de vida, enseñas a tus hijos esa independencia. Les estás enseñando con el ejemplo que además de madre, eres pareja, profesional, amiga, hermana, hija… Que, ante todo, es importante para ti cuidarte, sentirte en equilibrio. “Mamá cuida sus parcelas, las mantiene en equilibrio y vuelve feliz, y yo estoy feliz con ella”. Todo esto  lo extrapolan a sus relaciones. Mantiene sus parcelas en equilibrio. Es decir, aportamos más valor si el niño ve que mantenemos nuestra parcela de independencia a todos los niveles. Recibe esto energéticamente, y ese será el modelo de mujer que vea. Una mujer empoderada, independiente. Y así comienzan a ser personas autoreferentes, independientes, eligen amar de forma sana, libre.

Girar ese paradigma antiguo no es fácil, ha permanecido y aún permanece en nuestro inconsciente colectivo. Por eso, el primer paso es verlo. Ser consciente que aún sigue actuando en nuestro inconsciente, en nuestra manera de actuar, de pensar, y como consecuencia, en nuestro sentir. Una vez detectado, todo el trabajo es nuestro. Una propuesta sería hacer una lista de las cosas que voy a aportar a mi hijo/a si decido tener mi propio proyecto de vida: qué le estoy enseñando con ello, qué tipo de mujer está teniendo como ejemplo: mujer emprendedora, valiente, curiosa, autoreferente… Haz esa lista, repásala cuantas veces necesites y comienza a girar el antiguo paradigma.

Pero eso sí, el tiempo que estamos con nuestro hijos hay que estar plenamanente con ellos. Disfrútalos, vívelos. Ellos no necesitan cantidad, estar por estar, aguantar, resignación… Ellos sienten esta energía. Así que, cuando estés con tu hijo o con tu hija, toma consciencia de cómo estás, desde dónde lo estás haciendo. Nuestros hijos/hijas no solo nos escuchan, NOS SIENTEN.

@judimat

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