‘Bonsái’: amar la trama

Por los35milímetros

El cartel promocional de Bonsái (Cristián Jiménez, 2011) lo deja bastante claro: al final Emilia muere pero Julio no muere. ¿Cómo afrontar la visión de una película que ya sabemos cómo acabará? La alergia que los espectadores hemos desarrollado hacia conocer qué nos deparará la sucesión de acontecimientos -esos spoilers que tan gratuitamente puedenarruinar nuestras expectativas- se echa rápidamente por tierra ante el efectivo antihistamínico que nos ofrece la presentación de esta pequeña película chilena.

No solo lo dice el póster, sino que es lo primero que se oye en la película. Como un ejercicio que remite, aunque salvando las distancias, a la reciente Melancolía (Lars von Trier, 2011), por ejemplo, en la que se nos presenta el final de la película -y del mundo- en los primeros minutos. Así, al final muere ella y él se queda solo. ¿Y en medio? Muchas cosas. Bonsái es la historia de amor que nace entre Julio y Emilia, dos jóvenes santiaguinos que se conocen durante la universidad, donde comparten piso junto con una amiga, y de lo posterior a ese romance, ocho años después.

Como dicen las primeras palabras en off de su metraje, que hacen también de sinopsis, en realidad, Julio ya estaba solo desde hacía años, mucho antes de la muerte de Emilia: todo, hasta el final, no es más que ficción. Una trama que progresa meticulosamente entre los personajes, los libros que leen, las plantas que cuidan y la música que escuchan en los conciertos a los que van, en una doble narración que separa con una elipsis temporal el desarrollo de la historia y su crónica a posteriori en una novela que escribe, claro está, Julio, que aún sigue vivo.

El director chileno Cristián Jiménez, que ya había firmado en 2009 su ópera prima Ilusiones ópticas, es el responsable de la cinta, que compitió en la sección Un Certain Regard del Cannes del año pasado, junto a títulos como Martha Marcy May Marlene (Sean Durkin), Elena (Andrei Zvyagintsev) o la triunfadora de la selección, Stopped on Track (Andreas Dresen).

En Bonsái, adapta la novela homónima de su compatriota Alejandro Zambra, en el que indaga en las generaciones de la época post-Pinochet desde sus anhelos, sus intereses y sus luchas por buscar un sitio en su propio mundo. Para ello, Jiménez y Zambra buscan el tiempo perdido valiéndose de las novelas de Proust, la música del rock chileno de los noventa de grupos como Pánico o Congelador, y los pequeños árboles, los bonsáis, que como ellos mismos, necesitan grandes cuidados para salir adelante.

La cinta funciona como una comedia dramática a medio camino entre el sarcasmo y la melancolía, entre la delicadeza poética y la apatía que inunda su realidad. Tanto el director como los actores Diego Noguera, Nathalia Galgani y Gabriela Arancibia juegan con la indiferencia expresiva para dar vida a esa melancolía, esa que también está en los libros, en la música, y en las plantas. Bonsái es una pequeña película en la que se nos destripa el final, y en la que no nos queda más remedio que abandonarnos a la trama, que, afortunadamente, es más que disfrutable.

www.los35milimetros.com

Dejar un comentario

nombre*

Correo electrónico* (no publicado)

sitio web