‘Los ilusos’: genios o enamorados

Por los35milímetros (Cibrán Tenreiro)

“Puede que me equivoque, pero existe un momento en la vida, solo uno, en el que somos conscientes de que somos genios o enamorados.” Jonás Trueba cita a Chusé Izuel, un poeta suicida, a través de León (Francesco Carril), el protagonista de Los ilusos.Trueba es un enamorado, sin duda. Y los enamorados son tan genuínos que quién quiere genios, para qué.

Los ilusos es, lógicamente, una película sobre varias ilusiones. La ilusión de hacer cine de los protagonistas, que no deja de ser la misma ilusión del equipo que filma sin dinero y sin permisos, sin guion ni planificación por las calles de Madrid. Es una ilusión que se siente en cada plano, es un compromiso con lo que se cuenta que revela honestidad. En cierto modo, el hecho de que los planos se prolonguen para dejar entrar las órdenes del director o las claquetas, igual que el montaje de audio juega con las repeticiones y las desconexiones, es un gesto de honestidad (o un experimento: León explicará a sus alumnos de cine las consecuencias que puede tener el dejar continuar una secuencia).

En todo caso, lleva a hablar de otra ilusión, o más bien del ilusionismo que construye el cine. Y Jonás Trueba cita a Rivette a través de Perucho (Luis Miguel Madrid): “Filmar un suicidio es cosa de impostores, pues en realidad nunca nos hemos suicidado antes”.  León fantasea con hacer una película sobre el suicidio, una que no sea pesimista, y se lo cuenta a Marina (Mikele Urroz), su expareja. Quiere que interprete a la protagonista, una chica que rompe con el chico que se suicida a raíz de eso. Ella se queja: “Es bueno tener distancia sobre las cosas.” León replica que él no quiere.

¿Es bueno tener distancia sobre las cosas? Los enamorados no quieren distancia, y por eso Los ilusos no es la pelicula de un genio. Es una película hecha de conversaciones en tiempos muertos, de apuntes, de ideas jóvenes, de imágenes preciosas filmadas por gente que las ama. El hecho de tratar los momentos reales que son las elipsis de todas las películas crea esa ilusión de realismo que Trueba se encarga de romper, porque no es un impostor.

No es una película perfecta, pero de serlo habría sido una mentira. Es una película sobre cineastas (sean actores o técnicos), personas que vagan y, mientras tanto, se enamoran, leen poesía, hablan de su falta de ilusiones, escuchan música o se emborrachan. Y van al cine. Para disfrutarla hay que entrar en su juego y vagar entre las secuencias sin agarrarse fuerte a nada, dejando el espacio para imaginar y salir del cine enamorados y creando nuestras películas.

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