Próxima parada: la encrucijada

Por Cris Moltó

Son muchas las ocasiones en las que nuestra vida hace parada obligada en lo que a nuestro parecer resulta una encrucijada. Pero si hacemos caso a uno de nuestros grandes como es el caso de Benjamin Franklin, cuando afirma que “La peor decisión es la indecisión”, automáticamente, suceden dos cosas:

1)  Descubrimos verdaderamente cuanta razón lleva al expresarse de una manera tan categórica y rotunda, puesto que no necesitamos que nadie nos lo cuente, somos nosotros quienes lo vivimos en primera persona.

2)  La sabiduría que albergan sus palabras se convierte en el aprendizaje de la nuestra propia, gracias a nuestra experiencia vital. Obtenemos un sentido incomparable a cualquier otro logrado hasta el momento, que ineludiblemente supone la aceptación y admisión de la certeza mencionada.

En ningún caso se me ocurriría hacer creer que nuestra situación particular de encrucijada resulte fácil, indolora o cómodamente soportable, porque no es así. Al contrario, duele, se sufre, se tiene miedo, se duda, entraña una dura y profunda  crisis existencial que, a todas todas, implica cuestionarse cosas a modo de batalla interna a la que hacer frente y que, en ocasiones, solo admite un único y posible desenlace: llevar a cabo cambios radicales sobre nuestras vidas que, inevitablemente, afecten a las de otras cercanas por la firmeza y decisión con la que deben llevarse a cabo.

La seguridad, sinceridad y honestidad para con nosotros mismos, junto a la valentía, fe y esperanza que deberemos reunir, serán los (a veces) solitarios, insólitos y enérgicos acompañantes con los que emprender esta nueva aventura derivada. Hallarnos ante una forzosa parada como es nuestra propia encrucijada comporta una difícil y delicada toma de decisiones, por otra parte, necesaria para poder evolucionar y, especialmente, para atender como es debido el tesoro más preciado que realmente poseemos: nosotros, porque, tal y como indica Eduardo Galeano: “(Al fin y al cabo) Somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”.

Son muchos los sentimientos y emociones que retrasan nuestras decisiones precisamente por todo lo que conllevan. Pero, también es cierto que, justo cuando apostamos por cuidarlos como merecen es cuando realmente abrimos nuestros ojos y nos dejamos llevar para, inmediatamente después, priorizar sin duda sobre lo que de verdad importa. Ernesto Sábato lo tiene bastante claro: “No hay casualidad sino destino. No se encuentra sino lo que se busca y se busca lo que existe en lo más profundo del corazón”.

¿Por qué debería ser diferente para nosotros si algo así solo es posible cuando… aún en la máxima complejidad del dilema de nuestra encrucijada, concentramos nuestra fuerza y, por momentos, escasa energía en el alcance de nuestra plenitud en lo que a nuestra razón de ser refiere, básicamente, dejándonos guiar por lo que, en raras circunstancias somos engañados: nuestra intuición?

Para una pregunta como ésta solo diré una cosa: la respuesta inmediata que asalta mi cabeza pasa por compartir con vosotros un mini-fragmento reciente del que yo misma extraje mis propias conclusiones. Se trata del artículo “Las predicciones fallan” de Gabriel García del Oro, publicado en El País el 12 de Mayo de 2013:

“Ante dos caminos, elija el que tiene corazón”. Esta frase, extraída de Las enseñanzas de Don Juan, de Carlos Castaneda, nos recuerda que en el fondo sabemos aquello que conecta con nosotros, nuestros principios y expectativas. Siempre hay un camino que reconocemos como el nuestro. Si somos conscientes de que una vez elegido un camino deberemos estar preparados para reaccionar ante situaciones imposibles de presagiar, tomaremos nuestras decisiones con más tranquilidad, objetividad y serenidad”.

Son muchas las ocasiones en las que nuestra vida hace una parada obligada que nos parece una encrucijada. Si hacemos caso a lo que decía uno de nuestros grandes como Benjamin Franklin: “la peor decisión es la indecisión”. Si la habéis experimentado en primera persona, ya sabéis lo qué es esto.

Ahora, ¿cuál es tu encrucijada?

¿Quieres compartir tu opinión conmigo? No dudes en contactar a través de www.crismolto.com, de mi dirección de correo cris@crismolto.com o de las diferentes redes sociales en las que podrás encontrarme para exponer tus sensaciones e impresiones:

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