El trabajo como oportunidad

Por Juan Manuel Martín Menéndez

“Apenas el 87 por ciento de los profesionales en el mundo son felices en su trabajo”, según recientes encuestas. Al leer estos resultados del estudio realizado por Gallup en diferentes países del mundo para tomar el pulso a la felicidad laboral, uno no puede más que asombrarse, e incluso entristecerse, porque el trabajo es, para muchas personas, la actividad a la que más horas dedican cada día.

Y si uno no se siente feliz durante ese tiempo, la felicidad general de vida queda afectada por ello. ¿Y no es ser felices lo que en última instancia todos deseamos?

En una ocasión, una persona me preguntó: ¿cómo es posible levantarse cada día con ganas de ir a trabajar? Mi respuesta fue que todo depende de lo que disfrutes en tu trabajo. Cuando disfrutamos con nuestra actividad laboral nos levantamos con ganas de ir a trabajar y experimentamos felicidad y satisfacción con lo que hacemos. Realmente, todo depende de cómo veamos el trabajo y cómo lo abordemos. Podemos verlo como un mal necesario, algo que tenemos que hacer para ganarnos la vida. Ciertamente, necesitamos trabajar para obtener el dinero que nos permite pagar nuestras facturas y permitirnos aquello que deseamos, pero el trabajo puede, y en mi opinión debe, ser algo más, debe constituir un elemento más de nuestra satisfacción existencial, de nuestra felicidad y de nuestra realización como personas y como seres humanos. Y todo comienza por verlo y entenderlo así, porque la realidad interna siempre precede a la externa.

Es nuestro marco mental el que, normalmente, nos abre la puerta a disfrutar de todo lo que hacemos.
Es nuestro marco mental el que, normalmente, nos abre la puerta a disfrutar de todo lo que hacemos.

Thomas Edison dijo en una ocasión: “no he trabajado ni un solo día de mi vida, todo ha sido diversión”. Esta afirmación parece extraña para una persona que registró más de mil patentes, pero se entiende cuando comprendemos cómo veía Edison la vida y el trabajo; para él, la vida era un lugar lleno de emociones y de oportunidades, y el trabajo también. En este marco mental era en el que él vivía su vida y realizaba su trabajo, y era precisamente este marco mental el que le abría la puerta a disfrutar enormemente de todo lo que hacía.

Para poder ser felices en y disfrutar de nuestro trabajo, el primer paso es verlo como una actividad y un lugar en el que puedo disfrutar, realizarme, sentirme feliz. ¿Es el trabajo un lugar así? Pues sí y no, todo depende de lo que cada uno decida que es. Si decido que el trabajo es un lugar lleno de oportunidades para disfrutar, crecer, realizarme y ser feliz, lo es. Si decido que es un lugar lleno de problemas, dificultades, presiones, sinsabores y zancadillas, lo es, porque la realidad es que en el trabajo, y en la vida, hay de todo esto, y somos nosotros desde nuestra propia mente los que damos significado a las cosas y a las situaciones.

Esta es la razón por la que el mayor poder que tenemos es el poder sobre nuestra propia mente. El gran poeta William Henley lo expresó maravillosamente en su poema Invictus, el cual termina diciendo: “soy el capitán de mi alma, soy el dueño de mi destino”. Podemos ser los dueños de nuestro destino y de nuestra felicidad, pero para ello hemos de ser primero dueños de nuestra alma, de nuestro pensamiento.

Si quieres disfrutar y ser feliz en tu trabajo comienza por aquí, no te fijes en la situación externa, asume la responsabilidad de tu propia felicidad y comienza por el lugar por el que todo comienza, por ti mismo, por ti misma.
Una vez que creamos dentro de nosotros este marco, viene la segunda parte que es cómo abordamos cada día nuestro trabajo, qué iniciativas tomamos para que éste nos proporcione disfrute, satisfacción y felicidad. Pero esto lo dejamos para el siguiente artículo.

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