Entender por qué sufrimos por amor

Por Sonia Marquès Camps

‘Mujeres que lo dan todo a cambio de nada’, de Mariela Michelana, y publicado por La esfera de los libros, es una invitación a conocer y entender lo que reproducimos de forma inconsciente cuando sufrimos en el amor o en las relaciones de pareja.

Con este título, podría parecer un libro que se posiciona demasiado a favor de las mujeres. Porque es verdad que solo se centra en ellas. Y, sin embargo, no lo es; no las exime de toda culpa en las relaciones cuando habla de estas mujeres que “lo dan todo a cambio de nada”… Ni tampoco es la intención de la autora culpabilizarlas cuando sufren por amor o repiten incansablemente, “tropezando –como ella misma dice– con la misma piedra”, relaciones tormentosas o cargadas de sufrimiento.

Mujeres que lo dan todo a cambio de nada. Porque la realidad muestra que muchas veces es así. Y es una aproximación a descubrir dónde está la raíz de lo que reproducen en las relaciones de pareja y en cómo se sienten en el amor. Una de las herramientas que sugiere es indagar en el pasado a través del psicoanálisis, para poder sacar a luz nuestras sombras, todo aquello que reproducimos de forma inconsciente en las relaciones de amor.

“Lo que hace el psicoanálisis para encontrar respuestas es plantearse las preguntas desde otro ángulo, o cambiar la lupa” –escribe– “y dirigirla barullo oscuro y misterioso de la vida inconsciente”, donde anida la historia infantil, o lo que la propia autora llama “la agenda oculta” de cada uno de nosotros. La agenda oculta sería todo el cúmulo de experiencias, vivencias, deseos o sentimientos que quedaron grabados en nuestro psiquismo y de los que no tenemos información oficial, más que por sus efectos, por aquello que hacemos aunque nos haga mal, sin poder evitarlo, explica. Las pasiones ocultas, los amores y los rencores; las necesidades, las carencias, los deseos y los resentimientos que se cuecen sin remedio en nuestro interior, consciente o inconscientemente, afirma.

A partir de experiencias de mujeres narradas en primera persona y en forma de carta como respuesta a un libro anterior, ‘Mujeres malqueridas’, Mariela Michelana habla aquí de mujeres que sufren en el amor por distintas causas. La vida en muchos casos es difícil, dice Michelana, para dejar claro después que no pretende con este libro hacer creer que posee el secreto de la felicidad, sino que su objetivo es acompañar, o a lo más, ayudar a comprender o a pensar por qué nos pasan las cosas que nos pasan; “cómo operamos por dentro, cuáles son nuestras trampas o nuestras coartadas y en lo que nos enredamos sin darnos cuenta una y otra vez”.

Y añade: “A veces, me pregunto si no habrá un grillete adicional, un grillete invisible pero tenaz, nuestra propia tozudez, que se empeña en hacernos ver las cosas a su manera y mantiene muchas veces atada de los pies a la cabeza a una relación. “Porque entre los pies y la cabeza siempre está el corazón, dividido, perjudicado y roto, que no acepta lo que le dice la cabeza, ni consigue avanzar hacia delante, con los pasos que tendrían que dar los pies”.

“La pregunta no es muchas veces qué más puedo hacer yo para mejorar la relación, sino ¡qué menos! ¿Qué será lo que estoy haciendo de más? ¿Qué extraña ventaja saco de este sufrimiento? ¿Qué busco? ¿Qué espero? ¿Por qué les consiento ciertas cosas? ¿Por qué estoy siempre dispuesta a perdonarlo? ¿Por qué soporto todo esto? ¿A qué le tengo miedo?”. Porque, más que entender por qué hace lo que hace la otra persona, dice la autora que “las únicas preguntas que te pondrán en el camino del cambio son aquellas a las que puedes responder en primera persona”.

Mariela Michelana. Foto: La esfera de los libros.
Mariela Michelana. Foto: La esfera de los libros.

Se refiere en uno de sus apartados al alto nivel de autoexigencia de muchas mujeres, y cuestiona: “¿Cuál será el cielo que esperamos ganas con esa exigencia desaforada? ¿Buscamos admiración, reconocimiento, amor, rendición? ¿A qué dios cruel complacemos? ¿Quién nos quiere tan mal que nos demanda tanto? ¿Nosotras mismas? ¿Qué agujero abismal, qué soledad, qué pena pretendemos tapar tras nuestra pretendida perfección? ¿Nuestras carencias, lo que nos falta, nuestro lado oscuro, nuestras vergüenzas, nuestra humanidad? ¿Qué conseguimos, además de la extenuación y las arrugas?”.

“¿Qué nos lleva a escoger a un mal compañero tras otro? O ¿por qué preferimos seguir solas? Cuando nuestra elección no responde a la lógica y a nosotros mismos se nos escapa, cuando conscientemente queremos una cosa y, sin darnos cuenta, trabajamos sin descanso para conseguir otra, suele ser, según detalla, porque se trata de una elección inconsciente”. Y añade: “lo que nos hace sufrir no es estar solos o acompañados, sino el no saber qué estamos eligiendo y por qué elegimos una u otra opción”.

“Amor tóxico, dependencia, sufrimiento gratuito… A veces, nos obsesionamos con las etiquetas y pretendemos convertir cualquier conducta humana que no encaje exactamente con los cánones en un síndrome mórbido”. “Pero no sabrás más de ti ni de tu forma de relacionarte porque le pongamos un nombre a tu relación”, afirma. “Ninguna persona, ningún vínculo, ninguna vida, cabe en una etiqueta. Bautizarla no es tan importante como comprender los mecanismos secretos que operan en ti para que aceptes como buena una relación “tóxica”,  “intermitente” o “dependiente”. Nos ha encantado especialmente esto del libro.

Michelana hace alusión al “Nunca pensé que esto podía ocurrirme a mí”, para afirmar que no estamos prevenidas para que nos trate mal alguien a quien queremos. Cuestiona la opinión bastante general de una baja autoestima en la mujer puede ser el punto de partida que la lleve a entablar una relación de malquerida. Ella afirma que en muchos casos una autoestima baja, empobrecida, es el resultado de años de sufrimiento. Y añade que, “más que ser el punto de partida, suele ser el punto de llegada”. Y transcribimos el párrafo donde desarrolla la idea: “En estos casos, el inicio ha estado marcado por una autoestima disparatada, desproporcionada o desmedida, la que lleva a sobreestimar tu capacidad de sacrificio, tu control sobre la situación, tu generosidad, y que te anima a darlo todo a cambio de nada o invertir amor y tiempo sin límites, sin exigencias, en una relación incierta. ¡Amamos por encima de nuestras posibilidades! En estos casos, lo más probable es que ese despilfarro de energías nos conduzca de cabeza a la ruina y a la quiebra radical de la autoestima. Los daños colaterales: empiezas a dudar de ti misma, el futuro te asusta y te cuesta volver a confiar en las otras personas y en ti misma”.

“La gran pregunta no es qué es lo que tengo que hacer para mejorar mi vida. Sino que el acertijo para un psicoanalista, dice, es: “¿Por qué, si sé lo que tengo que cambiar, no puedo hacerlo? El deber ser, nuestra genuina intención consciente de hacer las cosas bien, va por su lado, pero el deseo inconsciente deambula por caminos distintos. Y explica que el psicoanálisis se ocupa de esta materia inflamable y delicada. De eso que no llegamos a explicarnos racionalmente y que nos hace sufrir”. En su opinión, la repetición, “la pasión por la piedra”, es un distintivo inequívoco de que algo importante en nuestra vida está sin resolver, “y los golpes que nos damos una y otra vez contra la misma piedra son una señal de que hay algo del pasado que es necesario elaborar para poder dejarlo atrás y cambiar de actitud”.

Y añade: “¿Por qué tendrías que sentirte inadecuada si sufres por amor o si atraviesas un duelo. Vivimos en una sociedad del bienestar, en la que parece que tenemos prohibido sentirnos mal. Pretendemos controlarlo todo, hasta los sentimientos. Y resulta que, a más control, más desazón. Así que, bienvenidos a la especie del malestar. Desde esta imposición del bienestar a cualquier precio, se nos prohíbe sentir y mostrar el sufrimiento moral, el dolor psíquico, las penas del alma. Estamos obligados por decreto a ser “normales”, a ser felices. Por eso nos sentimos inadecuados si sufrimos”.

Dice que “podemos cambiar y hacer las cosas de otra forma; no estamos obligados como seres humanos a reaccionar siempre de la misma manera, ni a repetir los mismos patrones hasta la extenuación. Siempre podremos pasar página, crecer, madurar y comprender cuál es la piedra con la que tropezamos con pación, hasta conseguir dejarla atrás. Pero, muchas veces, el tú puedes si quieres no va a ninguna parte y solo nos deja un mal sabor de boca. Entender tus propias posiciones absurdas, esas en las que con frecuencia insistes, te pierdes y te quedas atascada, puede ser una labro que dure mucho tiempo, pero créeme, ¡vale la pena conocerte, comprenderte y en especial perdonarte!”. Y constata que a veces pedir ayuda profesional en este camino es importante.

“Cuando te atrevas, por ejemplo, a recorrer las situaciones de tu vida en las que te has sentido infinitamente pequeña es probable que encuentres un cierto patrón que se repite, y ese será un escalón muy importante en el camino de conocerte y de cambiar… Mientras que tú no entiendas qué es lo que estás haciendo en tu contra y por qué, probablemente seguirás atrapada en una rueda ciega y destructiva. Mientras que no descubras qué es lo que verdaderamente estás haciendo con tu vida, puede que tu pasión por la piedra te lleve a tropezar de nuevo y a repetir la historia”.

Las relaciones humanas, todas –escribe–, son complicadas, y las de pareja mucho más. “Una cosa es lo que declaramos conscientemente que queremos para nosotros mismos y la persona que tenemos delante, y otra muy distinta las corrientes internas desconocidas por las que navegan la rivalidad, los celos, los recuerdos, los deseos inconfesables o las necesidades infantiles de las dos personas implicadas en cualquier relación. Cada cual puede llegar a conocerse lo suficiente como para identificar a los monstruos cuando aparecen, incluso puede llegar a contenerlos y a mantenerlos a raya para no hacer demasiado daño a los demás. Pero hay que tener en cuenta que la otra persona tiene su propia historia, sus secretos, y sus taras, y sus debilidades y sus odios, y sus celos, y sus propios deseos y sus inseguridades… ¡y sus monstruos! Y, ante el otro, estamos completamente desarmados. ¡Apenas podemos protegernos!”.

“Ni la lluvia, ni el sol ni la llamada ni el amor de un hombre están en nuestras manos, y hasta que no lo reconozcas, seguirás contorsionándote inútilmente y perdiendo lo único seguro que tienes en la vida, que eres tú misma. Abdicar de ti misma es la rendición más cruel. Es el peor castigo al que te puedes someter. Ser libres es sentirse cómodo en la propia piel. Conocer cómo somos y perdonarnos. Respirar hondo para tomar impulso en vez de suspirar con angustia. Ser libre es elegir. Cumplir con nuestras obligaciones y disfrutar de lo que la vida nos ofrece. Ser libre es unas veces llorar a mares y otras veces reír a mandíbula batiente ¡sin sentirnos culpables por ninguna de las dos! Sabernos imperfectos, y que no nos importe”.

Terminamos la reseña con estas frases del libro, a las que no necesitamos añadir nada más: “La relación más importante que has de atender es la que tienes contigo misma, esta ha de ser tan estrecha como para saber, hasta donde te sea posible, quién eres, qué quieres, qué esperar, qué necesitas… La libertad para tomar decisiones es lo que nos diferencia de otras especies. Perder un gran amor es algo terrible, pero perderte a ti misma es mucho peor”.

@soniamarcamps

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