Practicar la creatividad

Apostamos por la creatividad como forma de dotar de mayor sentido nuestras vidas. Soñando y creyendo que otra realidad, la anhelada, es posible con una mirada diferente a la vida y poniendo soluciones ingeniosas. Quizás sea de ayuda este precioso artículo de Julia de Miguel que invita a ello y abona el terreno para que nuestros hijos sean seres completamente creativos.

Por Julia de Miguel

Vivimos en un mundo que va muy rápido. Que cambia a una velocidad de vértigo.  Y nosotros necesitamos adaptarnos a esos cambios, integrarlos de alguna forme en nuestra vida. Podemos cerrar los ojos a todo lo que está por venir, eligiendo vivir en nuestra caja. Es esa que nos da ante todo seguridad, que hace que vivamos desde nuestras certezas, juicios y etiquetas, aunque esto suponga vivir a medias, agarrados a unas rutinas, a un “es que siempre se ha hecho así”, a los “y si nos va bien, para qué cambiar”, que hacen que nos estanquemos y veamos el mundo, la vida, cada vez con más miedos, sintiéndonos pequeños y en consecuencia, limitando a quienes tenemos al lado. Puede ser nuestra pareja, nuestros amigos o nuestros hijos e hijas.

Hay una forma de vivir que hace que esto pueda cambiar. No es algo que tengamos que aprender en ningún curso o master, más bien se trata de “rescatarlo” o de sencillamente, “practicarlo día a día”. Os hablo de la creatividad. Porque a través de la creatividad hacemos frente a esos cambios vertiginosos, buscamos soluciones que nos ayudan a adaptarnos y, sobre todo, a través de la creatividad buscamos maneras de vivir mejor, con más belleza, más felices.

Practicar la creatividad supone convertirnos en personas despiertas,  observadoras, abiertas a los detalles, a los cambios. Soñadoras, porque viven y creen en sus sueños, imaginan mundos mágicos, sueños cumplidos, y que saben que soñar despiertos no es una pérdida de tiempo sino una parte más de la realidad, tan importante y de igual valor que esa otra que llamamos real. Son personas que buscan silencio, que saben parar. Y es que la creatividad nace del encuentro con uno mismo. Solo cuando miramos hacia dentro y vemos nuestra esencia, conectamos con el orgullo y la admiración por lo que somos, y nos sentimos creadores. A este mundo interior no podemos llegar desde las prisas o el ruido, necesitamos del silencio, de la soledad.

Las personas creativas son curiosas, experimentan, ven los problemas como retos que les motivan, preguntan, se preguntan y cuestionan cada aspecto de su vida. Para eso necesitan dejar miedos atrás; el miedo al qué dirán, a las críticas, a los juicios. Y es que son, ante todo, personas valientes, que no se quedan con vivir mundos mágicos en sus cabezas, sino que se ponen manos a la obra, pasan a la acción con perseverancia, dispuestas a ver cada error como un paso hacia adelante, como una oportunidad para aprender y seguir. Y sienten pasión por lo que hacen, y lo disfrutan tanto, que incluso llegan al olvidarse del objetivo final, porque es tan motivador el camino que están haciendo que esta es la auténtica recompensa.

Ilustración de Albert Asensio del libro ‘Solo un pie descalzo’, de Ana María Matute.
Ilustración de Albert Asensio del libro ‘Solo un pie descalzo’, de Ana María Matute.

¿Conoces a alguna persona así? Los niños y niñas, eso es. Son las personas más creativas que conozco. Su mirada es creativa, su forma de vivir es creativa. Son personas curiosas, abiertas a explorar el mundo, a cuestionarse todo. Preguntan y viven desde lo que son, sin miedo a las críticas, a los juicios. Su estado natural es la imaginación. Inventan mundos infinitos, llenos de posibilidades. Pueden ensimismarse con los juegos más sencillos, pasarse horas jugando a ser lo imposible tan sólo con un palo y una piedra. Disfrutan, fluyen. Aceptan retos que para ellos son juegos, están abiertos a la aventura.

La creatividad es innata al hombre. No es algo que se aprende. Eso sí, si no hay espacios que hagan que aflore, esa creatividad se esconde, desaparece hasta el punto de que dejamos de sentir que somos creativos, que somos capaces de crear todo aquello que nos propongamos si creemos en ello con tanta fuerza que nada pueda parar nuestro impulso hacia ello.

Por eso, como padres y madres, si queremos que nuestros hijos vivan desde la libertad, la confianza, la apertura que supone vivir con creatividad, quizás se trataría sólo de proporcionarles ese espacio donde puedan vivir así: espacios de confianza, donde no se sientas juzgados ni presionados por lograr un resultado concreto, donde se sientan libres para expresarse como son (para que canten bailen, inventen…), donde puedan experimentar (con materiales tan sencillos como piedras, palos, pinturas, plastilinas, piñas, cartones)… Espacios donde puedan probar, equivocarse sin miedo a ser recriminados por ello, sin que nadie se ría de sus ideas de niño pequeño, sino que se pongan en valor sus ideas. Y así, que aprendan a valorar y respetar las ideas de los demás.

Y dos cosas más:

-  Proporcionarles tiempo: para que se aburran, para que estén ensimismados, para que jueguen. En este mundo de competividad y miedos, queremos prepararles para “ganarse la vida” y les llenamos las horas de clases, extraescolares, academias. Sin darles tiempo para lo esencial: jugar, imaginar, mirar adentro, aprender a convivir con los otros. Jugando se aprende y se practica la autoestima, la experimentación, la imaginación, la valentía, el trabajo en equipo, la empatía, la flexibilidad. ¿No son estas competencias tanto o más necesarias para la vida que las que ahora valoramos como esenciales?

-  No hay mejor escuela de creatividad para un niño que el ejemplo de sus padres. Ser “practicantes de creatividad” en nuestro días a día es la mejor garantía de que nuestros hijos e hijas también lo serán. Vivir abriendo ventanas, ampliando nuestra forma de ver el mundo. Escuchando de manera creativa (entendiendo y aceptando la visión del otro, no para “atacarla” sino para sumarla a la mía y así ver aún más cosas y mejor), mirando desde la creatividad (porque hay mil matices que se nos escapan de los otros, de las situaciones, de los problemas), utilizando un lenguaje creativo. Cuántos “nos” escuchan nuestros hijos al día: no grites, no desordenes, no manches, no te hagas daño…  Las palabras y el lenguaje crean realidades.

¿Cómo es tu lenguaje? ¿Abierto, integrador, positivo, diverso, respetuoso…? ¿O negativo, enjuiciador, limitante…?

Practicar la creatividad supone ser valiente para vivir como nos pide el alma; con pasión y disfrutando de la vida. Siendo un poco quijotescos, dejándonos llevar por eso que otros llaman locura y que para nosotros es tan sólo VIVIR con mayúsculas.

@judimat
http://www.juliademiguel.blogspot.com.es

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