Bajar al cuerpo

Por Julia de Miguel

Hablamos con Pepa Horno, psicóloga y consultora en infancia, del papel del cuerpo en la educación. “El ser humano tiene tres núcleos de conocimiento: el cerebro, el corazón y las tripas, nuestras grandes olvidadas”, dice.

Porque la persona se gesta desde las tripas, no desde la mente, ni siquiera desde el corazón, sino desde las tripas.  ¿Y qué son las tripas? Pues, todo lo que aprendemos lo hacemos a través del cuerpo, de nuestros sentidos. Lo que forma lo que somos no es lo que pensamos, ni siquiera lo que sentimos, sino lo que vivimos y experimentamos. A través de los sentidos aprendemos a amar, a relacionarnos con los demás, aprendemos una manera de querer al otro (en función de cómo te sientes querido). Y las emociones son ese motor que pone en marcha a la persona, que surge de las tripas y del corazón. Surgen a través del cuerpo y de cómo el corazón y la mente interpretan lo que he vivido, nos cuenta Pepa Horno.

¿Cómo  podemos acompañar a nuestros hijos a que escuchen en sus tripas? Bajando al cuerpo, nos explica. Este es el gran reto, que exigiría un cambio en la forma de crianza y en la educación. Bajar al cuerpo significa utilizar las sensaciones corporales del niño como un criterio de decisión y protección. Es necesario legitimar las sensaciones corporales del niño, dice. Acompañar a los niños y niñas a reconocer en su cuerpo el asco, o el miedo, o la tristeza… Preguntarle: “¿Ese miedo dónde está en tu cuerpo?”. Normalmente, el miedo se muestra en la tripa. Entonces proponerle al niño: “Quieres que le demos un masaje a tu tripa para que se rebaje ese miedo? O: “Te doy un abrazo para que la tripa sienta que no está sola?”. Todo esto nos cuenta Pepa.

Uno de los títulos de la psicóloga experta en la infancia Pepa Horno.
Uno de los títulos de la psicóloga experta en la infancia Pepa Horno.

Este criterio corporal le sirve al niño para reconocer lo que siente, acogerlo y comunicarse contigo. Es una vivencia corporal, no necesita ir a la mente para explicarlo; lo siente, y desde ahí, podemos ayudarle a gestionar esa emoción.

Y sus sensaciones corporales, además de criterio de decisión, son un criterio de protección. Por ejemplo en casos de abusos, se podría enseñar a un niño a identificar el asco en su cuerpo, nos explica. Si yo permito al niño sentir ese asco, lo reconozco y legitimo lo que siente, puedo decirle que cuando algo alguien le haga sentir así, busque ayuda, que cuente conmigo, etc. No sirven de mucho los discursos de prevención que podamos dar a los niños, dice. “Mucho más efectivo es enseñarles a tener criterio corporal, escuchar y legitimar lo que sienten a través de su cuerpo”.

Para enseñar a los niños a bajar al cuerpo también podemos utilizar nuestro propio cuerpo: abrazar, besar, tocar jugar, bailar… Utilizar el cuerpo en el proceso educativo. Los niños deberían bailar todos los días. Y para eso, los adultos, debemos hacerlo con ellos. Para que bailen, abracen, rían… debemos hacerlo también nosotros. Y la gente no se toca, no baila, no se acaricia. ¿Por qué no meter el cuerpo en nuestras relaciones?: la mirada mantenida y creativa, el beso, la caricia, el abrazo, ¡el baile!

Para comunicarme desde ahí necesito utilizar su mismo lenguaje. Explicar a mi hijo mi propio lenguaje corporal. Utilizar mis sensaciones corporales: “Mira, es que cuando te veo así, se me pone un nudo en el estómago…”. Yo le hablo de lo que siento y él puede reconocerlo. Este es un lenguaje al mismo nivel, aquí surge la empatía y la comunicación auténtica. Ser ejemplo y utilizar nuestros propios criterios corporales. Y para ello, nosotros, los adultos, padres, madres, educadores, también debemos bajar al cuerpo de una manera clara y cotidiana.

Quizás este sea nuestro mayor reto. Tenemos una gran dificultad para identificar nuestras propias sensaciones. Hemos sido educados para ser objetivos, tranquilos. Pero hemos confundido tranquilidad con frialdad. Y la tranquilidad tiene que ver con la ternura consciente y mantenida en el tiempo.

Por eso, la educación y la crianza deben hacer, en mi opinión, un cambio de paradigma. Y esto comienza con un trabajo personal para el autocuidado, la consciencia en nuestro propio cuerpo, la escucha del cuerpo como criterio esencial de desarrollo y decisión. Este es el gran cambio que tanto padres, educadores creo que deberíamos hacer. Bajar al cuerpo.

Llegan ahora días de descanso, oportunidades para compartir más tiempo con nuestros hijos. ¿Por qué no comenzar a bajar al cuerpo con nuestros hijos, amigos, con nosotros mismos? Para mí, hay un requisito esencial: parar, poner consciencia, estar presentes. El cuerpo no está en el pasado ni en el futuro. Podemos vivir y poner consciencia en nuestras sensaciones corporales, vivir nuestro cuerpo es estar presentes. Aquí y ahora, estar ahí.. Y desde esta presencia, creamos relaciones: desde la mirada que nos permite ser visto, reconocido, desde el abrazo, la sonrisa, el llanto, las caricias. Rutinas de amor que nos dan forma como personas.

Nuestro cuerpo al final tiene un doble valor. No es solo una cuestión de salud física, es que es desde nuestro cuerpo desde donde se crea nuestra alma y el alma de quienes amamos. Estar presente, estar ahí físicamente, hacerse presente ya no es una opción: es una necesidad.” (Pepa Horno)

Hace unas semanas, en el programa de radio ‘Vitaminas para el Alma’, tuve el placer de entrevistar a Pepa Horno (www.pepahorno.es),  psicóloga y consultora en infancia, afectividad y protección. Además es escritora y autora de la colección ‘Cuentos para el Alma’. ‘El lenguaje de los árboles’ y ‘El mago de los pensamientos’ son los dos primeros títulos de esta colección, que trata sobre temas que a los adultos a veces nos cuesta explicar a los niños y niñas. Este texto ha surgido a partir de esta charla.

@judimat

Comentarios

pepa
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Qué contenta de que os hayáis conocido.

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