Deberíamos afrontar siempre de manera positiva y optimista las situaciones diarias, los problemas y la vida en general; pensando que si no puedes cruzar una puerta tendrás que cruzar otra… Y si no quedan puertas, fabricar una nueva, o una ventana si hace falta.
Tenemos que tener clara una cosa: para que las cosas cambien, el primer cambio lo tenemos que hacer nosotros mismos, cada uno de nosotros. Y cada día es una oportunidad. ¿De qué color vas a pintarlo hoy?
Desde mi balcón, ¡buenos días! Un café, un paisaje, un precioso día por delante y una actitud. Soy feliz. Cambian las circunstancias: a veces son buenas, otras no tanto. Y al final, la felicidad es una decisión. Acepta lo que tienes, ve a por lo que quieres y sé feliz.
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Nacemos con un nivel de autoestima y seguridad que, conforme vamos creciendo, va variando en función de muchos factores: la familia, los amigos, los problemas que vayan surgiendo, nuestra forma de ser. Todo esto forjará un carácter y un determinado grado de autoestima. Cada uno somos de una manera, pero todos buscamos un fin: ser felices. Cada uno será feliz de una manera, pero estar a gusto con nosotros mismos, querernos mucho y poder querer a los demás ayudará a nuestra autoestima.
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Habitualmente, nuestro ritmo de vida es tan acelerado que pasan desapercibidas muchas de las cosas buenas y bellas de nuestro día a día. En ocasiones, se nos olvida disfrutar y vivir el presente, el hoy, el ahora.
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