Bipolaridad desde una visión afectiva y creativa

Destacamos la visión de Eduardo H. Grecco aportada en el libro La bipolaridad como oportunidad (Editorial Kairós), poniendo el enfoque en cualidades que hay detrás de la inestabilidad emocional, como la creatividad o la intuición.

Por Sonia Marquès Camps

“No hay que buscar la estabilidad; no es un valor humano. Sí, en cambio, el movimiento proporcionado, el balanceo continuo y sereno. No hay que temer llegar a los extremos, sino el quedarse en ellos. Bipolaridad no es el exceso, sino la falta de retorno al punto medio. Padecer bipolaridad no es deprimirse o estar eufórico, sino no poder integrar ambas emociones en una misma experiencia”. Y se refiere a los síntomas de quien la padece como fruto de creencias equivocadas al edificar nuestro eje interior.

Antes de entrar de lleno en la bipolaridad tal y como la entiende (la comprende) Eduardo H. Grecco en este libro, queremos detenernos en dos puntos, que son dos bastiones destacados en la reseña. Uno que, como bien dice el autor, cada vez es mayor el número de personas que toman conciencia de su propia inestabilidad, y que, como consecuencia, dejan de estigmatizar a aquellos otros que han sido diagnosticados con este término clínico. Pues, si hay una clara intención en esta reseña de este libro, que nos ha parecido estupendo por su manera completa, humana y espiritual de abordar la bipolaridad, sin dejar de lado la ciencia, es contribuir a erradicar el estigma de la enfermedad mental. Que en nada facilita ni la vida ni la sanación de las personas con algún trastorno mental, algo que, como acabamos de señalar, cada vez es, por suerte, más consciente.

Lo segundo antes de abordar aspectos que nos han parecido relevantes de este libro es destacar a su prologuista, Juan Magliano, cuando, refiriéndose al autor y psicólogo Eduardo H Grecco, aconseja: “Cuando uno escoge a un terapeuta, solo piensen en si esa persona es alguien a quien usted puede amar y alguien capaz de amarlos. Porque las técnicas curan, pero lo que realmente sana es la relación”.
El camino de la sanación no puede ser más que el afecto, desde luego. Y eso implica lo primero que hemos destacado como esencial: dejar de estigmatizar cualquier tipo de persona que sufra (porque sufre) una enfermedad mental.

Lo que propone Eduardo H. Grecco en ‘La bipolaridad como oportunidad’ es que pacientes y terapeutas se embarquen en una nueva y creativa lectura de la inestabilidad emocional, “que permita atravesarla con menos desgarro y aun con alegría y esperanza de sanación y como una oportunidad de ser”. Transmitiendo el mensaje de que una bipolaridad dichosa es posible, y desde su convicción de que el más seguro sendero para sanar la bipolaridad desdichada es integrarla como parte de la propia vida y del propio ser.

La bipolaridad puede ser vista como un don, según el autor, “y si fue convertida en una desventaja, es porque la sociedad, la escuela y la medicina la han tratado hasta ahora como tal”. “Ser inestable emocionalmente se presenta como una desgracia –escribe–; así, por lo menos, lo plantea la sociedad y así lo difunden las ciencia de la salud mental”.

El autor se centra especialmente en dos de sus talentos. Uno es la voraz curiosidad de la persona que sufre bipolaridad, su singular relación con el entorno, su particular registro de la realidad, “que les hace llegar a conclusiones sorprendentes, por su manera de devorar el mundo con su percepción, y el don de poder ponerse en distintos puntos de vista, como una buena estrategia para conocer lo que no se conoce”. El otro talento de las personas con bipolaridad es la creatividad. “El espíritu creativo anida en el corazón del bipolar. Innovación, ingenio, intuición, originalidad… Su curiosidad es inmensa y nutre su fuerza creativa. Es bueno poder pensar que este padecer es el resultado, en mucho, de un potencial creativo no desarrollado, mutilado o enfocado equivocadamente”.

Grecco, de esta forma, habla de que en la medida en que se le quita dramatismo, la bipolaridad puede ser vista como un conflicto personal que puede llegar a mitigarse y resolverse. “La bipolaridad es una modalidad normal del funcionamiento del organismo (tanto en su registro psíquico como biológico), funcionamiento que si bien puede derivarse hacia un territorio patológico, es, también, el que da cuenta de procesos y fenómenos como la creatividad o la intuición”, dice. Y para explicarlo, señala que “cuando determinados circuitos psicofísicos se encienden de forma hipersincrónica refleja la presencia de un dinamismo cerebral evolucionado”.

El libro se detiene bien en la herida de la estima como origen de la bipolaridad y en el temor de aniquilación ante una pérdida de afecto en las relaciones que establece la persona, que más adelante abordaremos con algo más de precisión. Transcribimos aquí algunas frases del libro que nos parecen claves para entender, quizás, lo fundamental del sufrir de las personas con bipolaridad. “La creencia que tiene esta persona que de niño no recibió el amor, la protección o el sostén que necesitaba, no solo está guardada en la memoria emocional, sino que también se encuentra registrada en el sistema nervioso como una huella, como un circuito resistente a una fácil modificación. “Si no me aman, es porque no lo merezco, y si no lo merezco, es porque no valgo nada”. De este modo, la autoestima, la autoconfianza, la firmeza y la seguridad personal quedaron fuertemente dañadas y quebradas”.

Dice, Grecco, aludiendo a las personas que sufren esta carencia de falta atención o de cariño en la infancia: “Si no aprendí a ser el timonel de mi hamaca, si no aprendí a volar por mí mismo… si no sé sostenerme por mis propios medios… si no aprendí a girar sobre un eje, a cambiar las perspectivas de lo que veo, manteniendo un centro…, desde luego, el resultado es que voy y vengo, subo y bajo sin control. Es como si alguien se hubiera subido a mi hamaca y me hamacara a su antojo, y por más que grito y pido que pare y me deje ser el dueño de la hamaca, sigue subiendo y bajando… subiendo y bajando… y parece que no puedo hacer nada para impedirlo. Pero, ¿quién se ha subido a la hamaca?”. Pregunta que lanza y cuya respuesta, seguramente, es fundamental en todo el proceso de sanación.

“Los traumas sufridos por una persona desde la concepción hasta los dos años, que son vividos como falta de amor, resultan decisivos y dejan huellas significativas en el psiquismo y en el sistema nervioso. Son como heridas pendientes y abiertas que gritan su dolor como síntomas”, afirma el autor. Y para poder sanarlos, añade, la persona necesita revivirlos, cerrar la lesión, poner en palabras lo que le pasa, darle un significado e integrarlo en su vida”.

“La bipolaridad no es un mal a suprimir, sino un suceso a comprender e integrar en el curso de la biografía del paciente”. Esta parece ser, según apunta, la finalidad de un tratamiento: llevar al paciente a este sitio experimental.  Y pone el énfasis en que el mejor tratamiento es el que le hace bien, el que le ayuda a despertar sus poderes y talentos y el que reconforta en su posibilidad de ser feliz. A lo que añade que “la experiencia de la dicha, la alegría, el placer y toda la gama de emociones constructivas producen un equilibrio neuropsicohormonal sanador”.

Queremos detenernos en una de las citas literarias que recoge el autor para una mejor comprensión de la bipolaridad, y en clara sintonía con la visión un tanto poética, melancólica de quienes la sufren, estrechamente ligada con su capacidad creativa. Y porque explica bien el sentir de los que la padecen este verso de Pessoa escogido en el libro: “Albergo en el pecho, como a un enemigo que temo ofender, un corazón exageradamente espontáneo, que siente todo lo que sueño como si fuera real, que acompasa con el pie la melodía de las canciones, que mi pensamiento canta, canciones tristes, como las calles estrechas cuando llueve”.

Grecco desarrolla después el significado de lo que aporta esta estrofa diciendo: “Lo malo no es emocionarse, sentir eso o aquello, sino quebrarse en pedazos bajo las aspas de las contradicciones. Estar vivo es sinónimo de estar en movimiento, y son las emociones las que nos desplazan de un lado a otro del camino, nos acercan o nos alejan de la meta”. “Del blanco al negro, hay una variada progresión de grises, y en esto consiste la dificultad bipolar: la incapacidad para detenerse en matices y gradientes emocionales… Pero existe un punto de equilibrio, una zona donde los antagonismos se hacen conciliables. La cuestión no reside en no sentir, en no emocionarse, sino en  saber navegar sin despeñarse en un abismo afectivo”.

Al comprender a la persona con bipolaridad, no solo en sus límites, sino en sus talentos, no solo en su actualidad, sino en su historia, no solo en sus síntomas sino en su estructura, estamos abriendo un campo de posibilidades significativo a la hora de diseñar una estrategia terapéutica, señala el autor.

Grecco se refiere muy especialmente al acto creativo como proceso sanador. Porque, “cuanto más crea la persona con bipolaridad, más se equilibra, ya que la persona creativa puede escapar a la presión del inconsciente y los conflictos”.

Grecco escribe que existen en la terapéutica tres grandes vías de curación que coinciden con tres grandes vías de evolución: el amor, la sabiduría y el poder. Habla de los beneficios de los buenos encuentros con otras personas, que permiten la sanación de las heridas más profundas. Y de la sabiduría, entendida como comprensión de la conexión entre todos los aspectos de la existencia y todas las modalidades de la sabiduría. Y del poder, por último, no entendido como dominio sobre los demás, sino como lo que permite suscitar las energías autocurativas capaces de transformar el dolor en felicidad.

Lo que dice Grecco es: “amor, capaz de ejercer una acción benéfica de metamorfosis sanadora; una sabiduría suficiente que permita comprender las razones y los sentidos de un síntoma como indicador de una lección que se debe aprender, y el poder de hacer resurgir, desde dentro de la persona, la potencia y el impulso buscador del equilibrio y la salud, y la fibra para dejar atrás las ataduras y las fijaciones del pasado”. El autor defiende así desarrollar una terapéutica amorosa, sabia y poderosa, como el propósito que impulse la práctica clínica y lo que todo paciente debe buscar en un tratamiento en el cual se comprometa. Una terapia que permita la recuperación del equilibrio personal y del despertar de los talentos dormidos. Lo subrayamos.

Cita también como fuente o proceso de de sanación la serenidad, por su capacidad de hacernos sentir en el centro, por el potencial que tiene esta quietud móvil, que permite estar en paz y en conexión con el mundo, sintiendo, pero no dejarse tragar por las aspas de las emociones. Y añade que la serenidad es un camino que en mucho se recorre meditando.

La instalación del eje interior tendría vital importancia para la sanación, como avivar los talentos para ayudar al proceso de sanación. Y a la creatividad, tan curativa, añade capacidad de detenerse en los matices, asertividad, diversidad (flexibilidad mental) y capacidad de servicio hacia los demás.

Grecco invita a explorar la bipolaridad como una aventura espiritual. Entendiendo que esta enfermedad es una manifestación de la naturaleza humana, y que aprender lo que enseña va a agrandar nuestro horizonte de comprensión de las personas con este trastorno. Convencido de que la enfermedad mental tiene mucho que ver, en su origen, con una pérdida, por parte de quien la sufre, del sentido trascendente de la existencia.

“El ser humano no puede explorar el universo
como se puede explorar a sí mismo.
Conócete a ti mismo,
y entonces conocerás el universo”. Mahatma Gandhi

La naturaleza de este conflicto se corresponde, como hemos apuntado, a traumas provocados por falta o carencia de amor sufridos desde la concepción hasta la primera infancia, “que han dejado huellas tóxicas en el sistema límbico que afectan especialmente a la serotonina y la dopamina, pero de modo general al procesamiento y organización de las emociones”.

Habla de que las relaciones son el espacio donde se teje nuestro destino, nuestra vida, nuestra evolución y nuestra salud o enfermedad. Y cuando se refiere al patrón de relaciones que establecen los bipolares, escribe: “En la toma de esta actitud de aislamiento no están gobernados por sentimiento de orgullo o superioridad, sino arrastrados por una sensación de desarraigo y desconexión”. Según, Grecco, y en la línea de lo que ya señalábamos al principio de la reseña, la bipolaridad se ha vuelto un problema porque la sociedad y la terapéutica la tratan como tal. Para este autor, y a modo de conclusión, la bipolaridad es el fruto de talentos no desarrollados. La bipolaridad es una forma de existencia donde se rehúsan las relaciones, en su forma psicótica, y se establecen relaciones tormentosas, en su forma neurótica. “La manera de eliminar el miedo, destruyendo lo que ama, porque lo que ama está siempre en entredicho, en una viable senda al desamor, al abandono. Uno puede sustentar entonces que todo es culpa de un patrón de funcionamiento de la serotonina establecido en la vida gestativa”, argumenta.

“Las patologías del amor no actúan
necesariamente contra la relación.
Tienen un lugar significativo,
una tarea que hacer y un color que añadir”. Thomas Moore.

Nos ha parecido interesante, por otro lado, su reflexión de cómo la sociedad reacciona ante la locura y de cómo a veces se presenta el “chaleco químico como el único camino”. Pero Grecco dice que “los psicofármacos solo anestesian el dolor, nunca lo erradican y, a veces, nos hacen olvidar la fuerza interior que cada quien posee como su auténtica fuerza curativa”. Al conceder relevancia a la autocuración, Grecco destaca que cada uno de nosotros poseemos un potencial autocurativo que radica, orgánicamente, en la actividad del sistema inmunológico capaz de generar no solo las defensas que necesitamos sino los remedios que nos hacen falta en cada ocasión. “La auténtica curación no proviene de los medicamentos sino del asistente interior, de esa fuerza autocurativa que los terapeutas tienen que despertar en los pacientes en cualquier tratamiento”.

La persona que sufre bipolaridad, por tanto, en opinión del autor, necesita recuperar su confianza en el compartir y en su capacidad de volver a conectarse con su intimidad y la del otro. “La curación debe emanar de nuestro interior, por medio del conocimiento y corrección de nuestras faltas y la armonización de nuestro ser con el plano divino [sin implicar nada religioso o metafísico]”. Es oscilando que la persona con bipolaridad aprende a sanarse, éste es su mundo de intentar curarse y no su mal. El paciente ha perdido su eje interior y debe poder recuperarlo. Y afirma que el padecer bipolar, como muchos otros, es fruto de la pérdida del contacto del paciente con su alma. Por eso habla de curación con el arte que convoca a su alma… “La falta de cadencia en la persona bipolar, demanda, precisamente, de la poesía para encontrar simetría, equilibrio y compás”.

La propuesta es que sea uno que oriente en el proceso de descubrimiento personal que el paciente debe hacer de sí mismo, de cómo zambullirse en su sombra, de cómo penetrar y salir del laberinto de su bipolaridad. Y añade: “El paciente espera una señal de parte del terapeuta, una señal que exprese un: creo en usted como persona, lo acepto tal como es. No me da miedo su oscilación, ni pienso que no tiene remedio, ni que lo que le hace falta es una buena medicación. Lo invito a que compartamos la experiencia de sanarnos juntos. Después de todo, soy un espejo donde usted puede verse, y lo que vea en ese espejo es suyo, pero también mío”.

Grecco apunta a una metodología destinada a que la persona con bipolaridad cree un vínculo interior referencial (la báscula mental) que le sirva de timón para alejarla de los cambios extremos y de la confusión que le generan algunas situaciones cotidianas. No hay que pretender dejar de oscilar (su oscilación es su virtud),  sino que sane la desproporción que lo traga en el remolino del eterno vaivén sin eje.

La bipolaridad no se cura con remedios sino con un cambio de vida, escribe, con un programa de acciones. Y propone un plan de vida, que incluya saber de uno mismo y de cómo funcionamos en la vida: “Qué caminos caminamos, qué gente buscamos y qué oportunidades malogramos. Quiénes escribieron los parlamentos que recitamos, qué lealtades invisibles tenemos con ellos que nos llevan a repetirlos aunque nos hagan daño. Conocer el argumento en el que estamos prisioneros, el argumento de que trata nuestra vida”. Lo segundo, hacernos responsables, no delegar culpas, sino asumir como algo propio lo que está ocurriendo en mi vida. “Solo se puede sanar aquello de lo que uno se apropia”. Tercero, encontrar un sentido a mis padecimientos. “Cuando uno le encuentra significación a los síntomas, los puede integrar a la vida y aprender lo que ellos enseñan. Pasar de una bipolaridad desdichada a una dichosa”.

“A cada paso del desarrollo de una persona es el amor (o su ausencia) lo que determina el destino de la forma de su cuerpo, de su historia y de su personalidad. Todo lo que hagamos para darle al cuerpo un nuevo aprendizaje amoroso va a ser, sin duda, sanador. Todo lo que hagamos para modificar las pautas de cómo respiramos, comemos y abrazamos pasa a representar un paso importante”. Respiramos emociones, digerimos emociones, sentimos emociones. Y señala la importancia de hacerlo bien para sanarnos. De mejorar el estado psicofísico, recordando que los alimentos son energía, son emociones, de ahí la necesidad de una dieta correcta. Como de actividad deportiva, que provee no solo bienestar al cuerpo, sino también capacidad de dominio, resistencia y da armonía al psiquismo, y estas son cualidades que a la persona que sufre bipolaridad le conviene desarrollar. Y de vital importancia también es un descanso reparador. Grecco recomienda: “No comer tenso, no dormir tenso”.

Una terapia afectiva, procesos creativos, autoconocimiento, autocuración y un plan de vida responsable y que desde una concepción también espiritual, en definitiva, “haga posible unir lo que se ha separado, “retornar al paraíso de la no dualidad”… Una terapia destinada de forma global a reencontrar el alma, a reconstruir el eje interior.

Más información que complementa al libro: www.redbipolar.com

@soniamarcamps

Comentarios

juan carlos
Respuesta

Me parece un camino de salvacion o sanacion muy bueno, como lo es el de aprovechar las virtudes que posee una persona bipolar, como algo fructifero. Lo digo por mi hijo.Pensaba hace tiempo que yo estaba equivocado, pero porque, es asi si tiene una MENTE BRILLANTE, capaz de cualquier cosa que yo no soy capaz de hacerlo y encauzar esa brillantez por el buen camino. No me equivoque, tan solo debe lograr el equilibrio de ese vaiven de emociones. Muchisimas gracias.

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