‘Blue Valentine’: radiografiar el amor

Por los35milímetros (Cristóbal Soage)

Blue Valentine, película de Cianfrance, es un título imprescindible que se sitúa en lo más alto del cine de los últimos años y que cuenta una historia de amor emocionante y sincera que nadie debería perderse.

Los dos protagonistas de Blue Valentine son Dean y Cindy, una pareja a la que vemos atravesar por todas las etapas del amor, desde su comienzo hasta su ocaso. A lo largo de casi dos horas asistimos a un retrato desnudo y natural de la realidad de una pareja que emprende ante nuestros ojos un viaje sin vuelta hacia lo más profundo de sus sentimientos. Cuando se conocen somos testigos de las primeras miradas, las sonrisas y la complicidad que va surgiendo entre ambos.

Todo se desarrolla con una naturalidad pasmosa, la historia fluye con ritmo suave pero constante dándonos tiempo a presenciar el nacimiento de algo que poco a poco se hace fuerte y crece dentro de los protagonistas. Ese es el gran logro de Blue Valentine, ser capaz de mostrar sin subterfugios el proceso de enamoramiento de dos personas, los sentimientos se presentan con sencillez y sin artificios y nada resulta forzado, hay también momentos de intensidad que en ningún momento sobrepasan al espectador, que de hecho ayudan a reforzar esa sensación de verdad que la película transmite en cada fotograma.

Del mismo modo que presenciamos cómo este amor nace también vemos cómo el paso del tiempo empieza a hacer su efecto y las primeras grietas entre la pareja aparecen. La oscuridad, la asfixia ante un posible final, los momentos en los que la emoción explota y la violencia aparece se narran con crudeza y con pulso firme dejando al espectador sin palabras.

Blue Valentine funciona por la fuerza de la historia que cuenta, por lo bien tejido que está su guión que dibuja a dos personajes dotándolos de sentimientos reales, por el ritmo con el que la cinta se desenvuelve (al son de la espléndida música de Grizzly Bear) y por la belleza de las imágenes que la cámara de Cianfrance capta.

Pero si algo hace que estemos ante una película sobresaliente, merecedora de toda nuestra admiración, es el recital ofrecido por la pareja protagonista: unos impresionantes Ryan Gosling y Michelle Williams. Los dos actores demuestran una química capaz de traspasar la pantalla, los dos personajes a los que encarnan parecen conocerse a la perfección, se entienden, son cómplices y con sus miradas y gestos se dicen cosas que los espectadores intentamos comprender desde nuestra posición de extraños que asisten desde un lugar privilegiado a este romance contemporáneo.

Gosling y Williams se desnudan y exponen en dos trabajos colosales que consiguen dotar de vida a una película que ofrece un intenso viaje emocional que transportará a cualquier espectador dispuesto a dejarse llevar.

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