Por Sónia Marquès Camps

Crear… manual, musical, artística o literariamente nos hace estar aquí y ahora, vivir el presente. Casi nada consigue hacernos reencontrar tanto con nosotros mismos como dedicarnos a aquello por lo que sentimos verdadera pasión. Si has perdido esta sensación, si piensas que ya no te pertenece o que no puedes volver a ella ya fácilmente, te equivocas. Es genuinamente tuya, y recuperarla está más cerca de lo que crees.

Debería estar prohibido privar a los niños de sus ratos creando en silencio, estando con ellos mismos, sintiéndose satisfechos con ellos mismos. Nos equivocamos al no ser consciente de este tiempo que les robamos anticipando su aburrimiento. El aburrimiento de un niño es la antesala a la creación. Estaría bien dejarles más tiempo para ser libres. Para ser lo que son. Para descubrirse. Es la llave para reencontrarse siempre después.

Crear y disfrutar, hasta olvidarnos de nosotros mismos, de nuestros pensamientos, de nuestra rutina y monotonía. Crear de forma absorta a lo mejor es lo más parecido a meditar, porque es abandonar por un rato nuestro ego más obsesivo y meternos de lleno en lo que nos hace crecer y creer más en los que somos y en nosotros mismos.

Crear es volver a esta sensación que descubrimos en la niñez y que en esta etapa experimentamos en estado puro. Una sensación que sigue ahí, que nos pertenece y que podemos reencontrar fácilmente con nuevas o viejas aficiones. Creando… recreándonos.

Crear es una salida. Crear permite vernos con claridad, y hasta recuperar el sentido de la vida.

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