Entrevista a Leonor Watling

Por Sónia Marquès Camps

Un Día Extraordinario es el último disco de Marlango, cantado íntegramente en español por primera vez en la discografía de este grupo de música pop con influencia del jazz y del blues. Un disco que suena como si desnudaran, liberaran, emociones  y sensaciones… Las que sugieren sus letras, las que nos transmite su música y las que nos llegan por esta forma tan pasional que tiene Leonor Watling de cantarlas. Música expresada en un lenguaje muy cinematográfico por la cantante y actriz (o por la actriz y cantante).

“A quemar las cuerdas voy sin el miedo a golpearme”, canta Leonor Watling. Teníamos muchas ganas de profundizar en letras de este disco, y de que ella nos hablara de sentimientos vinculados a las canciones; de cómo nacen, de la dificultad, si existe, que es cantar abiertamente estos estados emocionales de la vida; de los trocitos de vida que van sonando en este disco extraordinario.

¿Qué parte de ti está en estas letras, en estas canciones compuestas junto a Alejandro Pelayo?
“Gira”, por ejemplo, es una canción que habla de esta sensación de remolino que tiene a veces la vida, donde te vuelves a encontrar con lo mismo una y otra vez. O de que todo es complicado, y a la vez, tan fácil como un sí o no. Y esta otra canción, “Ir”, habla de caer, y de girar muy lento;  y de que cuando uno cumple una edad se da cuenta de que lo que le ocurre ya no es temporal, sino que se trata de eso, que es así la vida misma. Me da la sensación que desde que nacemos hasta que nos morimos estamos cayendo, y hasta que no te das cuenta de esto no dejas de gritar [sonríe].

Y “Bailando sin querer llegar” es una canción muy tranquila que nos encanta, con un piano sensacional. Una canción como de estar muy consciente en lo que es la vida…
Yo creo que es un disco de estar en ese momento: justo en el salto, en el aire, sin angustia. Para nosotros es el disco de estar en el aire con muchísima alegría. Habíamos llegado a un sitio, vimos que podíamos saltar a otro, y este disco es el disco del momento en el que estás saltando con mucha conciencia. No te vas a quedar donde estabas… Además, no te queda otra opción. Casi todas las canciones hablan de estar en camino hacia algún lado.

Un disco que habla también a través de la canción “Los sueños de Ulma” de prestar un trozo de tu vida para hacer realidad los sueños de alguien querido que ya no está. Una canción, por cierto, convertida en una pieza audiovisual en el que hemos visto que estás en el guión y en la dirección.
Cuando nos dieron la oportunidad de hacer un vídeo pensamos en hacer el tráiler de la peli que nos gustaría hacer entera. Y tengo la suerte de tener como unos de mis mejores amigos a Rómulo Aguillaume, que también está detrás del guión y dirección de esta pieza de “Los sueños de Ulma”. Hacer el tráiler fue idea de Rómulo. Y la idea sobre lo que va la película es de los dos. A mí se me empezaron a ocurrir cosas en las que sería maravilloso estar metido, situaciones absurdas… Y no porque tú quisieras estar, si no porque otra persona que tú querías quería… Permitirse hacer cosas que no te permitirías si no tienes una excusa de este tamaño como la muerte de alguien. Y luego tuvimos la grandísima suerte de poder engañar a Maribel Verdú [risas], que no se deja engañar fácilmente, y que es maravillosa, y nos dejó que fuera nuestra Ulma.

En este tráiler fusionáis cine y música, pero todo el disco tiene algo de cinematográfico… La música es dramática en cierta forma e intensa.
Creo que esto se lo debemos a Alejandro Pelayo. Por sus armonías y todo lo que sugieren… Música que para el que escucha, allí donde no hay letra, hay más espacio para entrar. Esto es lo que tiene Alejandro de maravilloso. Es un músico que viene de una formación clásica, con todos estos recursos. Y luego los dos somos muy audiovisuales y hablamos mucho en imágenes.

Alejandro Pelayo (pianista), junto a Leonor Watling. El otro integrante de Marlango es Óscar Ybarra, trompetista.
Alejandro Pelayo (pianista), junto a Leonor Watling. El otro integrante de Marlango es Óscar Ybarra, trompetista.

Y estas dos facetas tuyas, artista y cantante, ¿cómo se complementan? ¿Qué aporta tu cine a la música; y qué aporta tu música al cine?
No es nada raro que alguien que se dedica a contar historias busque cómo contarlas. Hay muchos actores que cantan y muchos cantantes que actúan. Si tu herramienta es la voz, o tus ojos o las palabras, el impulso de comunicar y contar y conmover al de enfrente lo único que está buscando son maneras de salir. Es un tipo de creatividad que tiene que ver con contar y conmover. El cine me ayuda mucho como letrista, porque el cine te obliga a muchas situaciones, y es muy enriquecedor en este sentido. La música, por su parte, me ayuda a entender mejor donde se coloca cada pieza de un equipo en el cine. Me ha hecho mejor actriz, pero no desde el punto de vista interpretativo, si no como persona: me hace entender mi posición en un rodaje, el peso que tiene un director. Es decir, el trabajo en equipo desde un punto de vista más práctico.

¿Qué emociones te llegan desde un escenario?
Si lo tengo que definir con solo una palabra: presente. Es como si fueras un malabarista, donde no puedes dejar de pensar en lo que estás haciendo, o se te caería todo. El escenario te arrastra a una situación de presente. No tienes otra opción. Estar solo dónde estás, haciendo solo lo que estás haciendo.

Es una forma de darlo todo en aquel momento…
Es muy poderoso. Por eso los músicos y también los actores se planchan tanto a un escenario. Porque estar en el presente es una barbaridad. Y es muy difícil también estar en este estado.

¿Cómo ha sido componer este disco íntegramente en español, después de tantas canciones cantadas en inglés?
Decir mi cielo, mi vida o mi amor en español tiene cierto grado de dificultad. Nos quedan unos años todavía aquí para ser maduros o para tener suficiente sentido del humor y poder decirlo sin pudor. Y creo que es mucho más complicado con el castellano de España que con el de Argentina o incluso con el andaluz, con el que parece que se tiene menos miedo a decir abiertamente cosas bonitas, piropear. ¡La meseta, huy!; la meseta es complicada… [risas]. Es más duro, más seco nuestro español. Incluso en las películas españolas hay cosas que si las dice un actor español te cuesta mucho creértelas.

En este disco sí te permites mucho esta libertad de desnudar sentimientos con las palabras…
En el momento en el que decidimos escribir en español tuvimos que hacer Alejandro y yo un salto y decir: si nos lanzamos al español, nos lanzamos. No vale lanzarse al castellano y después tener vergüenza o encoger los hombros. Si vas a decir me muero por ti, lo sueltas sin encoger los hombros.

¿Cómo aparecen las letras de las canciones en tu vida?
No suelo escribir en casa. Para hacerlo, necesito sitios neutros, como bares y hoteles. Componer es como un catarro, en el que voy incubando ideas. Por eso siempre llevo un cuaderno, porque siempre tienes este miedo de que se te escapen las cosas. Y de todo esto que vas apuntando hay letras que salen casi enteras y luego hay otras que son mucho más de tener clara la melodía o de qué irá la canción, y después ir construyéndola con estos peces que has ido pescando. Esta metáfora de que componer es pescar me parece la manera más cercana de explicar la sensación que tenemos al componer.

¿Cómo describes el momento que estás viviendo ahora y el momento actual de Marlango?
Vamos a empezar a grabar, ya, un nuevo disco. Ahora estamos más con los pies en el suelo, más mayores. Condiciona también la situación exterior, el momento difícil en el que estamos actualmente.

¿Life in the treehouse, nombre de uno de vuestros anteriores discos, es un destino?
Un buen destino. Y cuanto más pasa el tiempo mejor me parece como objetivo. La palabra madurez tiene unas connotaciones negativas muchas veces. Pero la madurez tiene cosas muy buenas, como que te permites más cosas, o ser más frívola, y te da menos pudor todo. Ir hacia la madurez te permite ir quitando las cosas que llevas contigo que no son tuyas. De repente, llega un día que dices: por qué llevo esto, si a mí no me importa nada… En algún momento alguien me dijo que era importante, y yo me lo puse, pero realmente, a mí me importa nada. Ir hacia la madurez para mí es una sensación de ir aligerando.

¿Eres feliz cantando y actuando?
Sí, tengo mucha suerte. Me dedico a algo que me parece alucinante, la verdad.

¿Un sueño? Y lo dejamos volar…
Uno muy básico: poder disfrutar de las cosas. No estar pensando en lo otro que no está ocurriendo.

¿Y un sueño colectivo?
Que no haya un 14 por ciento más de millonarios y un 30 por ciento más de gente al borde de la pobreza. Que el mundo estuviera en este sentido mucho más equilibrado.

Muchas gracias, Leonor. 

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