La espiritualidad natural que hace niños emocionalmente sanos

Por Sonia Marquès Camps

Contribuir a una mente que piensa bien, “ya que el niño va a pensar de todos modos”, o a actitudes para una buena estructura interior. Hacer pequeños filósofos a través del mundo de los sentidos y las sensaciones, que es lo que permite una espiritualidad sana. Son algunas de las ideas del libro de Laia Monserrat, publicado por Editorial Kairós.

Espiritualidad natural, La educación espiritual de los niños. Ideas para padres y educadores es el título de este libro, con el objetivo de hacer de ellos seres humanos completos, conscientes de sus capacidades, que tengan amor y respeto por las demás personas y por el mundo que vivimos.

Transmitirles el valor que tienen, reconociendo que son seres únicos y especiales, confiar en su potencial y decírselo, para contribuir a su autoestima. “Cada persona necesita ser amada de forma particular, aceptada de forma particular y valorada de forma particular”, dice Laia Monserrat.

Hacer sentir que cada niño es una gota maravillosa e importante, para luego poder reconocer y comprender que cada gota que forma este océano es igual de preciosa, “porque esta es la fuerza del océano”, que es la vida.

Compartir con ellos la capacidad de emocionarnos. Detenerse a sentir plenamente, desde lo profundo de sí mismo. Desde el corazón, no desde la razón. Con toda una serie de prácticas para que los niños lo integren en plena naturaleza, con todos los sentidos; o con juegos y ejercicios de meditación que favorecen una actitud de agradecimiento, humildad y realismo.

“Enseñémosles a reconocer la grandeza de lo pequeño, el valor de lo sutil que está presente en cada rincón de nuestro mundo. Fomentemos una mente clara y abierta, una personalidad creativa… libre de la prisión del ego y en contacto con el ser esencial”, escribe Laia Monserrat.

Un libro que nos enseña practicas para la relajación, “porque las corazas y tensiones nos alejan del contacto con nuestras emociones y de los demás, y porque los niños acumulan tensiones como los adultos, en el alma y en el cuerpo. Y para una buena respiración, que nos libera de toxinas, oxigena la sangre, nutre las células y aporta energía. Y aprender que este gesto contribuye a calmarnos. Porque,  “podemos contarnos muchas historias de éxito y felicidad, pero la respiración no engaña”.

O las posturas que favorecen el silencio o sirven para expresar confianza y equilibrio, que contribuyen a un yo interior sólido, para “dejar que la vida fluya, con la suficiente claridad mental y la suficiente entereza para poder soportar o controlar todas las situaciones, y dejar que las cosas vayan sucediendo, aceptando que la vida es movimiento”.

Buenas pautas para poner en práctica esta filosofía de vida en los más pequeños. El desarrollo de la espiritualidad natural, que es algo cotidiano; como maravillarse de las cosas sencillas de la vida y encontrarles la magia. Además, los niños son emoción pura. Lo tenemos fácil en este sentido; “se entusiasman con nuestro entusiasmo”.

“Los niños necesitan dejar volar su imaginación”. Y habla de enseñar a los niños a proyectar sueños y futuros imaginados. Porque “hay veces en que pensar o imaginar otras realidades es la única manera para sobrevivir a una vida que no nos gusta o que es francamente insoportable. Otras veces es una forma de abrirse a otras realidades dentro de la realidad”. De ahí la importancia, seguro, de fomentarlo en los niños.

La espiritualidad natural es algo que todos tenemos a nuestra disposición: “Es la experiencia de aquello que llamamos invisible a través de lo único que tenemos a mano: el mundo sensorial y cotidiano. Nos lleva a lo que somos. Y somos naturaleza”.

Un manual para padres con el deseo de vivir una vida espiritual y de transmitirla a sus hijos. Y transcribimos aquí la frase que habla de nuestras limitaciones y de la necesidad de reconocerlas, también delante de los niños: “Pensamos algo, pero hacemos lo contrario. Tenemos muy claro que lo mejor es esto, pero realizamos aquello otro. Somos plenamente humanos y nuestra coherencia interna está siempre en construcción”.

La destacamos en este punto porque creemos que no siempre será fácil en la vida real poner en práctica esta filosofía de vida en los pequeños. Pero, qué bien un libro que facilita llevarlo a la práctica y nos recuerda lo esencial de hacerlo: “a los niños les permitirá disfrutarlo durante toda su vida de adultos”.

@soniamarcamps

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