Medicalización de la vida cotidiana

Por María Miret

Tristeza, estrés diario o laboral, resfriado común, síndrome premenstrual, menopausia, embarazo y parto, heridas, picaduras, envejecimiento… son procesos de la vida; algunos de ellos suponen problemas de salud, y solo unos pocos son en realidad enfermedades. ¿Por qué se ‘medicalizan’?

Es la pregunta a la que hemos intentado responder en el curso de Medicalización de la vida cotidiana, celebrado en la Escola de Salut Pública de Llazaret de Maó, en Menorca, impartido por el médico de familia Enrique Gavilán junto a la farmacéutica Olga Ortiz y con la asistencia de una veintena de profesionales sanitarios y una periodista (la autora de este artículo).

“Hemos eliminado el significado de la vida y la muerte, la salud y la enfermedad, y le hemos quitado a la gente los recursos para afrontar estos problemas”, sentencia Enrique Gavilán al hablar de la medicalización del malestar. María, médico residente en Madrid, cree que es un problema de falta de madurez social, sobre todo, cuando hablamos de los problemas emocionales que no somos capaces de gestionar de manera autónoma. “Hemos perdido la capacidad de autocuidado y asistimos a una expropiación de la salud”, olvidando que ésta es un derecho, añade.

Pero, ¿hay alternativas no farmacológicas al sufrimiento emocional? “No hay tiempo ni queremos dedicarlo a estar enfermos”, porque nos incomoda. Es la conclusión mayoritaria en el grupo. “Dos semanas de duelo se consideran algo patológico”, mientras que “hacerte dependiente de las intervenciones sanitarias tiene la ventaja de la comodidad de no plantearte tu autocuidado”. Es la “medicina defensiva”, explica Olga Ortiz. “Tenemos la expectativa de que la medicina lo cura todo, cuando lo único seguro es que nos vamos a morir”. Al jugar con las expectativas de curación, “algo bueno puede convertirse en un tormento”, alerta.“Hay que tener cuidado con las expectativas que se crean a la población”.

También los médicos tienen una responsabilidad: el tratamiento de psicoterapia, por ejemplo, se prescribe después de las medicinas. “La principal causa de medicalización en la consulta es el miedo”, asegura Enrique. Pero lo que hay detrás de la medicalización es una sociedad que tiene que solucionar por su parte algunos problemas que son sociales más que médicos.

¿Necesitamos un protocolo para vivir? Enrique Gavilán propone dejar de hablar en términos médicos: “recuperemos un lenguaje común, no técnico,” porque “hemos convertido cosas de toda la vida en enfermedades al hablar de ellas”. En la línea de la humanización de la medicina, apela a recuperar la narrativa, “que los informes hablen de cuestiones humanas”, pues “cambiando el lenguaje cambias la mentalidad”.

La utilización de servicios sanitarios ha aumentado más entre los más vulnerables, ancianos y niños. “La medicalización se ceba en momentos, situaciones y procesos en que las personas se sienten vulnerables”, explica Enrique, “por eso se medicaliza a niños, mujeres y ancianos”, porque se juega mucho con las emociones. Sin embargo, “el sufrimiento y el dolor son parte de la vida”, recuerda Olga. “La parte médica juega mucho con las emociones”, pero “la gente no es tonta”, concluye Enrique Gavilán.

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