“Los psicólogos no podemos resolver el sufrimiento de la pobreza”
Entrevista al psicólogo y psicoterapeuta Víctor Amat para un diagnóstico tras meses de pandemia. Vivir en la incertidumbre, dice, es la capacidad de resolver el no saber sin demasiada angustia. Y cree que ha llegado la hora de que el sistema se haga cargo del sufrimiento emocional y de las consecuencias sociales que supone la pandemia.
Psicólogo especializado en terapia breve, director de un máster sobre esta especialidad y director del centro de terapia Cetebreu de Barcelona. Víctor Amat es divulgador de psicoterapia, colabora en diferentes medios de comunicación y es profesor destacado en instituciones del ámbito de la salud. Con un estilo muy desenfadado, este psicólogo punk, como él mismo se describe, destaca con un estilo muy desenfadado y sin pelos en la lengua en sus redes sociales. “La dificultades de la vida se pueden apañar”, dice, aludiendo a un optimismo moderado sobre lo que puede solucionar la psicología.
¿La función del psicólogo sería hacer algún apaño?
Al inicio de mi carrera profesional, creía que las dificultades de la vida se podían resolver. Pero me he dado cuenta con los años, y conforme me hecho mayor, de que muchas de las dificultades de la vida no tienen por qué resolverse, y que otras, en todo caso, se pueden apañar. Yo mismo, pongamos por caso, no puedo volver a ser joven, pero me puedo apañar haciendo un poco de ejercicio, cuidando lo que como. En muchísimas cosas podemos hacer algún apaño, pero para la mayoría de los problemas en general no hay una solución.
Es otra manera de entender la psicología, muy distinta del wonderfulismo o del “Todo irá bien”.
Frases como “Todo irá bien” sirven cuando sirven. No quiero ser negacionista del todo con esto, porque considero que si una persona de forma espontánea piensa que las cosas irán bien, es optimista y se enfrenta a las cosas de la vida de una forma alegre, y esto le funciona, es algo bueno que tiene, y ojalá todos fuéramos así. Pero cuando promovemos el “Todo irá bien” desde una perspectiva casi “evangélica”, cuando se nos pide pensar solo en positivo y todo se tiene que enfrentar desde una actitud animosa, considero que estamos limitando demasiado las opciones que tenemos de vivir las cosas que nos ocurren.
Ahora mismo, a muchos no les sirve.
Desde luego, no sirve para una persona que acaba de perder a un ser querido. O para tantos duelos que tienen que ver con las pequeñas pérdidas que hemos sufrido en esta pandemia. Los duelos que tienen que ver con nuestra vida cotidiana. Hay personas que han perdido a un ser querido, otros, el trabajo, y en general, todos ahora estamos privados de hacer cosas que nos gustan. El “Todo irá bien” me resulta en estos momentos demasiado naïf. Y le respondería a quien me lo dijera que “todo irá bien para ti, porque hay muchas cosas que ahora mismo no están bien en mi vida.
“Ahora mismo, todos tenemos que hacer muchos duelos por pequeñas pérdidas que hemos sufrido a lo largo de estos meses de pandemia”
¿Qué necesitamos todos en general para enfrentarnos a duelos cotidianos?
No hay un consejo que sirva para todo el mundo. De hecho, la verdadera empatía es saber qué le va encajar al otro frente a las pérdidas que todos hemos tenido, y que son de diferente calado en función de la personas. Llevamos muchas pérdidas consecutivas a lo largo de estos meses. Los niños o jóvenes han perdido la capacidad de quedar como antes con sus amigos, y ahora vendrá Navidad y no podremos reunirnos de la misma forma que los otros años. Si me paro a pensar, me doy cuenta de la lista de cosas que echo de menos. Y no, no tengo un consejo válido para todo el mundo.
En todo caso, todos tenemos que aprender a vivir con la incertidumbre.
Si hubiera una pauta para vivir con la incertidumbre no habría incertidumbre. Lo difícil en la incertidumbre es saber sostenerla. Lo vemos con la situación actual, que hace imposible hacer un plan a corto o medio plazo… Sostener esto es lo que de alguna manera tenemos que aprender. Improvisar y vivir con el “Ya veremos”. Y esto nos provoca malestar, porque en esta situación nunca acabamos de resolver como quisiéramos.
“Lo difícil de la incertidumbre es saber sostenerla; si hubiera una pauta para vivir con la incertidumbre no habría incertidumbre”
¿Somos capaces los humanos de vivir solo pensando en el momento presente?
La respuesta es no. Hay gente que lo consigue haciendo meditación, centrándose bien en vivir el presente. Pero después está la gente como yo que no puede y que, además, siempre tiene que tener sus tres planes: plan A, plan B y plan C, que yo llamo medalla de oro, de plata y de bronce. Y si me dan la de bronce, me doy con un canto en los dientes. Es decir, intentaré tener tres planes, y si no sale el A, al menos sale el B, y si no, el C. Y si tampoco, entonces, ya veremos. Esto es vivir con la incertidumbre, la capacidad de resolver este no saber sin que nos genere demasiada angustia.
También está el miedo. ¿Detectas que ha ganado protagonismo en nuestras vidas?
En mi trabajo cotidiano como psicólogo me doy cuenta de que este miedo está más ahora de base en la mayoría de las personas. Cuando preguntas a la gente, a lo mejor no lo saben objetivizar, no saben decir a qué tienen miedo, pero está, junto a la incertidumbre. El miedo a contagiarme o contagiar a la gente que quiero, el miedo a quedarme sin curro… Tendríamos que ser conscientes de que todos ahora mismo nos estamos relacionando con personas que tienen más miedo y más frustración, y que esto genera más “mala uva”. Así que es normal que los que viven en pareja se peleen más o que los chavales estén raros o tengan algún bajón en los estudios o que les afecte de alguna forma.
“Tendríamos que ser conscientes de que ahora mismo nos estamos relacionando con personas que tienen más miedo y frustración, y esto genera más mala uva“
¿Crees que habrá una demanda importante de ayuda de psicólogos clínicos?
El sufrimiento emocional de las personas tiene mucho que ver con el componente social, y esto a veces se minusvalora. Los psicólogos no podemos resolver la pobreza u otros problemas que no tienen que ver con la mente de la persona, como poder comer o tener un trabajo. Con esto quiero decir que, obviamente, vamos a tener mayor problemática emocional en la población. Los psicólogos estamos aquí para acompañar a las personas que necesiten de nuestra ayuda, pero ya es hora de que el sistema se haga cargo de la vulnerabilidad de la población en esta situación. Porque, ¿cuántos psicólogos clínicos hay en los ambulatorios o centros de salud? ¿Y cuánta demora tienen, o cuántas plazas tienen previsto que salgan? Si analizamos la situación con calma, vemos que lo que estamos pidiendo es que la gente que tiene miedo vaya a un psicólogo privado. Pero si mi miedo es no tener dinero, ¿qué voy a hacer?; ¿dejar de ahorrar y alejarme de esta solución?
“Los psicólogos no podemos resolver la pobreza, tener un trabajo u otros problemas que no tienen que ver con la mente de la persona”
Y además está el riesgo de que el médico de familia medicalice cualquier problema cotidiano.
Este es uno de los grandes problemas. Y el otro gran problema es pensar que los psicólogos todo lo arreglarán. Es decir, que el médico de familia desbordado derive al psicólogo pensando en que alguien sostenga a esta persona. Sinceramente, creo que la revolución tiene que venir por otro lado, con un cambio social, basado en la idea de que el malestar de la gente no es puramente psicológico, sino que se tiene que abordar con soluciones sociales. Pero veo que la gente no lo está pidiendo, ni se está enfadando demasiado con esto, porque estamos todos bastante quietos.
Sin que nada tenga que ver. Tomos todo un poco mongers emocionales. Tu próxima masterclass irá sobre esto. ¿Qué es un monger emocional?
Cuando nos resistimos a cambiar las cosas sabiendo que lo que hacemos no nos sirve. El monger es aquel que por más que tú le pides que cambie alguna conducta por su bien no cambia. La masterclass se centra en cosas como qué debo entender para cambiar, o por qué la gente no cambiamos de forma sencilla sabiendo que de otra forma algo nos estaría funcionando mejor.