Autismo, interacción social y pandemia

Entrevista a Irene Alonso Esquisábel, psicóloga especializada en trastorno del espectro autista (TEA), para entender cómo afecta en el autismo la covid-19, la necesidad de mantener las medidas sanitarias y el distanciamientos social, cuando en estas personas la socialización es uno de los principales trabajos.

Por Sonia Marqués Camps

Irene Alonso Esquisábel es máster en psicología clínica, psicóloga sanitaria y está especializada en distintos trastornos, como anorexia o del espectro autista. Dirige un centro para niños con TEA en Ponferrada y es coautora del libro “El autismo. Reflexiones y pautas para comprenderlo y abordarlo” (Shackleton Books), junto al neurobiólogo José Ramon Alonso. El libro aporta las reflexiones necesarias para abordar el trastorno de la manera más práctica y cercana posible en un momento de vital importancia para este colectivo.

¿Nos falta en general a la población todavía mucha información y pedagogía para entender y tratar correctamente el trastorno del espectro autista (TEA)?
Tenemos bastante información disponible, pero se trata de ir juntando bien todas piezas. Creo que cada vez vamos llegando a un mejor entendimiento, que es lo que nos permite ayudarles y tratarles de la mejor forma. Se trataría, por tanto, de cribar bien la información, para dar las respuestas correctas a las necesidades que tienen estas personas o estos niños.

¿Cuál es la mejor definición del TEA?
Es un trastorno en el neurodesarrollo, que afecta a lo social, y se muestra con una serie de comportamientos. Son personas que nacen con ello, aunque las familias siempre tienen la preocupación de lo que ha podido pasar en el nacimiento. Es como error en el cableado del cerebro, por decirlo de alguna forma.

¿Cómo les afecta la situación de la covid-19 y todas las restricciones impuestas? Y especialmente, a los niños o jóvenes, que es su área de trabajo.
A nivel general, creo que todos nos vemos afectados. Durante el confinamiento, y también ahora, vimos cómo las rutinas de repente desaparecen y tenemos que volver a crearlas. Esto supone un estado de ansiedad para todos, y para los niños con TEA, mucho más. Porque ellos necesitan más que otras personas una rutina, una agenda pautada y detallada de sus actividades. Y de repente, desparece todo; ya no tenemos colegio, las actividades de tardes ya no están y tampoco las actividades de ocio, ni podemos salir a la calle, que es lo que pasó durante el confinamiento.

El Gobierno finalmente, al cabo de unas semanas, permitió excepciones para los niños con autismo.
Durante el confinamiento, finalmente, se buscó la solución para ayudarles, porque las familias lo estaban pasando bastante mal. Y como para todos los trastornos en general, esta situación lo empeora. En principio, una situación de confinamiento libera a estos chicos del estrés de tener que defenderse a nivel social. Durante el confinamiento, estaban tranquilos en este sentido. Pero, por otro, estaban las grandes dificultades al haber roto todas las rutinas. Y las familias estaban desbordadas intentando crear nuevas actividades para llenar todo el tiempo. A pesar de poder seguir con las clases, online, el día se quedaba largo. Desde nuestro centro, procuramos poner también actividades de ocio y de movimiento dentro de casa. Y continuamos online las terapias, tanto para los chicos como para las familias, para que estuvieran mejor.

Cuidar a los cuidadores.
Aquí también es fundamental.

¿Cómo se han adaptado a las normas sanitarias de mascarillas, higiene de manos o distancia?
Se han adaptado de una forma maravillosa, y me sorprenden cada día. Entienden que tienen que llevar la mascarilla puesta, lavarse las manos continuamente o que no podemos jugar a lo que jugábamos antes. Al final, cada uno lo entiende a su manera. Un chico de 16 años que no utiliza el lenguaje verbal utilizó pictogramas y describió una situación en la que nos volvemos todos zoombis. Y tiene razón

La dificultad debe estar también en limitar sus gestos espontáneos de acercamiento.
Se han adaptado muy bien, aunque es difícil poder mantener las distancias. Son niños, además, la mayoría de alumnos con los que trabajamos, y ellos buscan el contacto físico, muchas veces, con un “achuchón”. Es una situación muy difícil. Y sobre todo, es difícil trabajar la interacción social, en un momento en el que todos estamos como cohibidos y ponemos todo tipo de distancia física. Nos volvemos todos en general más cerrados e individualistas.

¿Empeorará mucho la pandemia el estado de las personas con TEA?
Nos afecta a todos en general. Lo difícil ahora es que al menos se mantengan como están, para lo cual intentamos seguir trabajando este aspecto de la socialización, que les cuesta, y de manera segura. Lo hacemos reinventando los juegos de contacto, como el pilla a pilla, jugado ahora de otra manera.

¿Cuánta dificultad a la comprensión del lenguaje no verbal y verbal está suponiendo en estos niños el uso de mascarillas?
En algunos niños que reciben sesiones de logopedia utilizamos pantallas de metacrilato. Las mascarillas ideales para utilizar con estos niños deberían ser las transparentes homologadas.

¿Cuál es el mejor método de enseñanza en general para un niño con TEA?
Va a depender mucho del chico o chica del que estemos hablando. En general, es básico que ellos estén a gusto y que los educadores con los que están trabajando les entiendan bien y entiendan bien sus necesidades.

El audio de la entrevista

 

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