Meditación y compromiso con la acción

La meditación, a través de la atención plena, contribuye al autoconocimiento y la consciencia. ¿Puede contribuir este compromiso a través de la acción con nosotros mismos a un mayor discernimiento para un cambio de rumbo del mundo? Reseña al libro de Christophe André Tiempo de meditar.

Por Sonia Marqués Camps

Son muchos los trabajos que demuestran que la meditación tiene beneficios sobre la salud. Entre los factores que influyen en esta, algunos no dependen de nosotros (genética, pureza o contaminación del aire, calidad del agua o de los alimentos), pero para otros tenemos un margen de maniobra: ejercicio físico, dieta y meditación. Sobre estos tenemos capacidad de acción, defiende el médico psiquitra Christophe André en el libro Tiempo de meditar, publicado por Editorial Kairós.

Meditar es detenerse y sentarse, pero también significa pasar y vivir los días de manera diferente, más conscientemente. Así, la meditación, tal y como la defiende el autor en este libro, con lo esencial para comprenderla y practicarla, es que no solo es una cuestión de calmarse y reflexionar en un rincón con los ojos cerrados. Esta atención plena, sería, de hecho, el preludio de un mayor discernimiento y un compromiso lúcido en la acción, afirma.

Portada del libro, que incluye acceso a meditaciones guiadas.
Portada del libro, que incluye acceso a meditaciones guiadas.

La meditación tiene beneficios en el autoconocimiento, nos enseña a comprender mejor la aparición de nuestros pensamientos y emociones, los mecanismos de influencia en nosotros, en nuestro comportamiento, en nuestros impulsos. Y nos enseña a recuperar, al menos en parte, el timón de nuestra vida, su sentido, o a mejorar las relaciones; aceptándolo, observándolo todo.
«Todo lo que tiene lugar en el secreto de nuestro corazón, todo lo que cambia en nosotros, cambia también poco a poco en los demás, en los seres humanos que conocemos. Cada mirada, cada palabra y cada gesto cuentan».

De esta manera, la meditación contribuirá, tal vez, además de la autoconsciencia, a cambiar con nuestro granito de arena el mundo; junto con el coraje, la solidaridad y la lucidez. «Porque todo comienza conmigo, y nada se volverá si yo no me muevo», concluye Andrés.

Escribe aquí que los tiempos que estamos viviendo y creando los seres humanos son a las vez emocionantes y aterradores, llenos de promesas y pesadillas. Que «todo lo que nuestros cerebros humanos han producido, en unos pocos milenios, nos concede hoy el poder de destruir todo lo que hay en la Tierra». Ojalá este mayor discernimiento, estas pequeñas revoluciones interiores a través del compromiso con nosotros mismos, contribuyan a un cambio del rumbo (que parece tan irrevocable) de la humanidad.

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