Teresa Baró: “Éxito en comunicación es ser generosos con las palabras y los gestos”

Por Sónia Marquès Camps

Teresa Baró es autora de La gran guía del lenguaje no verbal, y una de las grandes expertas en la materia de este país, con colaboraciones periódicas en radio y televisión hablando sobre la importancia del lenguaje de los gestos; además de formadora, maestra y referente en habilidades de comunicación.

“Quien controla su comunicación está más cerca de conseguir lo que quiere”, has dicho.
Normalmente, nos comunicamos de una manera espontánea e intuitiva, creyendo que hacerlo así es una virtud, porque nos han explicado que la autenticidad es una cualidad. Y es cierto: lo es. Pero tiene un riesgo, y es que no seamos demasiado conscientes de qué comunicamos y qué consecuencias puede tener esta comunicación. Por eso, el hecho de estar atentos a cómo nos comunicamos, de cómo son los demás con los que nos comunicamos y cómo nos perciben o qué necesitan, permite afinar nuestro mensaje a y nos acerca más a los resultados que queremos obtener. En cambio, si nos guiamos solo por la intuición, si no está suficientemente desarrollada, podemos equivocarnos de forma estrepitosa al comunicarnos, al relacionarnos.

¿Con la comunicación podemos mejorar las relaciones?
Hay quien quiere ver en el dominio de comunicación un intento de manipulación, recalcando el efecto perverso que puede tener. Podría ser así, es verdad, porque quien domina estas herramientas puede utilizarlas para conseguir objetivos ilícitos. Ahora bien, cada cual elige con qué finalidad utiliza estas herramientas. A mí, me parece que una mejor comunicación, utilizada con ética, siempre redunda en mejores relaciones; porque si somos capaces de escuchar más, de entender más, de saber qué necesita el otro, y de poderlo ofrecer con la comunicación, las relaciones se hacen más solidas, más provechosas, incluso con personas que apenas conocemos. Porque nosotros elegimos si el instante en el que intercambiamos palabras con un desconocido, con la cajera del supermercado, por ejemplo, se convierte en un momento agradable del día o al revés. Y cuando la conversación es agradable, estas sensaciones, normalmente, se contagian en los demás.

La comunicación, como un acto de generosidad.
Verlo así me parece fundamental. Si cada vez que te comunicas con alguien piensas en el bienestar de esta persona o en qué le puedes ofrecer, todo cambia automáticamente a tu alrededor, al hacer la vida agradable a los demás. Es el principio básico de la seducción. Y de la cortesía, que a veces parece que esté pasada de moda. Pero la cortesía consiste en esto, en hacer que el otro se sienta bien.

Entonces, ¿reivindicas recuperar el fondo de la cortesía?
Absolutamente. La cortesía no es solamente forma, es poner el otro en el centro y dejar de lado el egoísmo. La cortesía es pensar en los demás y en sus necesidades. Cuando haces esto, estás haciendo un acto de seducción, y este gesto repercute en todos los ámbitos de la relación.

Y cortesía, así entendida, ¿también en una exposición o presentación en público?
Es el éxito de la comunicación. Cambiar el “ yo y yo” en el que tantas veces estamos instalados al hablar por el “tú” o el “vosotros”. Es pensar en qué le puede interesar a tu público o a tu audiencia de lo que yo sé. Si no, estamos haciendo un monólogo que no lleva a nada; que puede divertir, pero que no impactará ni calará en el público.

“La incomunicación no verbal” es un concepto que nos ha gustado de tu último libro: Guía ilustrada de insultos, sobre gestos ofensivos de varios países.
La incomunicación puede venir porque no interpretamos adecuadamente la comunicación de los demás o bien porque nosotros no nos expresamos bien con nuestros gestos o expresión. A lo largo de la vida vamos aprendiendo también a engañar con la comunicación no verbal, además de con las palabras. No todo lo que hacemos con nuestros gestos, con nuestra expresión, es reflejo de nuestras emociones y actitudes. Esto puede generar muchas confusiones, ambigüedades o equívocos. Por tanto, también tendríamos que estar formados para saber interpretar el lenguaje de los demás y para saber exactamente qué están comunicando.

¿Nos podemos liberar de corazas, de miedos, de inseguridades a través de la comunicación?
Una coraza, como puede ser la timidez o el miedo ante determinadas situaciones, o un bloqueo emocional, se podría tratar a través del lenguaje no verbal. Si entrenamos a una persona a moverse de tal forma que exprese algo distinto a lo que siente, al final, acabará sintiendo esto otro.

¿Detectas rápidamente las emociones en el discurso de los demás?
Se puede ver la personalidad, las emociones, y a veces, hasta el intento de esconder estas emociones. Tener el ojo entrenado te permite percibir cosas que a lo mejor el otro no quiere transmitir o no quiere que descubramos [sonríe].

¿Somos lo que comunicamos?
Seguramente. Aunque muchas personas no estarían de acuerdo. Porque somos se refiere mucho a la esencia. Y en cambio, el cómo nos comunicamos a veces no corresponde al reflejo de esta esencia. Porque, como he dicho antes, a veces nos comunicamos para esconder lo que somos. Ahora bien, podemos verlo desde otro punto de vista: cuando nos comunicamos estamos expresando lo que somos, porque incluso cuando escondemos algo llevamos la persona que queremos esconder.

La comunicación con uno mismo, ¿cómo tendría que ser?
Sincera con uno mismo, sobre todo; y honesta. Porque podemos engañar a los otros, pero lo que no podemos hacer es engañarnos a nosotros mismos. Es una norma de oro. 

¿Nos podemos llegar a querer más a través de la comunicación?
Todo aquello que nos decimos o pensamos de nosotros mismos se formula con palabras, y estas palabras nos ayudan a querernos  o a despreciarnos. Es una las enseñanzas que nos tendrían que dar en el colegio o saber transmitir los padres.

¿Cuándo empezaste a interesarte por la comunicación no verbal?
Me ha interesado desde siempre. Profesionalmente, nada más impartir cursos sobre hablar bien en público, donde me di cuenta de que tan importante como la palabra era la indumentaria, la posición corporal, el movimiento de las manos o el movimiento de los pies… Todo es importante a la hora de comunicar.

Uno de tus caballos de batalla es que los chicos aprendan bien a comunicarse.  Y cito uno de tus libros que va en esta dirección: Saber decir, con recetas para que los jóvenes hablen bien en público.
Creo en la necesidad de que los jóvenes se comuniquen bien tanto verbalmente como no verbalmente. Siempre nos quejamos de que no se expresan correctamente, de que utilizan monosílabos, de que contestan con frases cortas o inacabadas, que dominan un argot que después no es lo que les servirá para la vida profesional o adulta. Pero no nos fijamos en su lenguaje no verbal; en cómo caminan, cómo se sientan, cómo saludan o en si miran debidamente a su interlocutor cuando hablan. Todos esto es comunicación no verbal, y muchas veces la pasamos por alto entre los jóvenes.

¿Quién tendría que tomar consciencia de esta necesidad? ¿Las familias, la escuela?
Como siempre, en casa y en la escuela. Son los dos sitios donde estos chicos pueden aprender este lenguaje. Primero con el modelo; y los maestros y los padres son modelos. Educarlos con buenas prácticas, porque solo enseñando buenas maneras ya estamos educando el lenguaje no verbal. Basta el ejemplo para decir: cuando hables, mira a los ojos; cuando te cruces por la mañana con alguien que conoces, ofrécele una sonrisa; cuando te sientes, no invadas con tus pies el espacio del de delante… Todo esto es entrenamiento en lenguaje no verbal que contribuye a desarrollar sus habilidades sociales.
En la escuela, en general, he detectado un interés creciente por el tema de hablar bien en público. Parece que nos centramos en el lenguaje verbal y olvidamos el no verbal, cuando el no verbal es tan importante o hasta más importante a la hora de relacionarnos con calidad. Dominar el lenguaje no verbal es importante en presentaciones en público, en situaciones de negociaciones, a la hora de mediar en un conflicto o participando en un debate o conversación. Percibo este interés, como digo, cada vez más grande por desarrollar habilidades de comunicación en público. Y si es así, implícitamente lleva un interés mayor por el lenguaje no verbal. Ahora bien, todavía no ha llegado el estudio y entrenamiento del lenguaje no verbal por sí mismo.

Gracias, Teresa.

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