Víctor Amat: “Muchos trastornos lo que necesitan es una cura de lenguaje”

Por Sonia Marquès Camps

Víctor Amat, psicólogo destacado en Terapia Breve, nació con el marketing en el ADN. Me lo dice bromeando al hablarme de uno de los títulos de sus cursos: ‘Terapia para gente con prisas’. Pero, lo cierto, es que es su agilidad y agudeza mental es curativa, y su sentido del humor. Aunque hay muchas horas de trabajo detrás…

Esta fue una charla sobre psicología con muchas risas. Clave, también, de su éxito en los talleres que imparte, formación cada vez más especializada para profesionales del ámbito sanitario. Precisamente, para que tengan herramientas de psicología para tratar a sus pacientes. Alumnos que en su formación aprenden y acaban riendo de sus problemas y hasta de ellos mismos… Completamente sanador. Como sus ideas avanzadas de “que hay que invertir en el efecto placebo y en la persuasión, porque cómo los médicos comunican las cosas es parte de la curación”.

Cuando pienso en terapia breve me viene a la cabeza el refrán… ¿Lo bueno, si breve, dos veces bueno?
Lo bueno, si breve, dos veces bueno. Aunque mi mujer siempre dice lo contrario [risas]; si breve, dos veces breve. Porque, claro, lo bueno, si dura poco… Pero, sí, en mi opinión, la terapia tendría que ser siempre breve.

Que sea breve, eficaz, también dependerá del psicoterapeuta y del paciente.
La terapia es un equipo, donde el paciente o el consultante aporta unos conocimientos sobre el problema, y tú, como terapeuta, aportas unos conocimientos sobre las soluciones. Si el equipo no funciona, la terapia no funciona. Si nos damos cuenta de que el equipo no funciona, desde la terapia breve, nosotros somos los primeros que decimos: ‘no pierdas más el tiempo con nosotros’. Asumimos esta responsabilidad. Si en cinco o seis sesiones la persona no ha hecho ningún cambio, con toda probabilidad, ya no los hará. Si a una persona le has pedido seis movimientos y está igual, no hará ningún cambio contigo. Si el equipo funciona, en cinco o seis sesiones se desbloquean grandes problemas, incluso problemas de larga duración. El problema es que la gente hace cosas que mantienen el problema.  

La psicoterapia tradicional está enraizada en una manera de pensar sobre el problema, y es: el problema tiene una causa, localizarla y hacer un arreglo del pasado… Los creadores de la terapia breve, pensadores y filósofos de los años 70, pensaron diferente sobre los problemas. Si nos fijamos en los traumas infantiles, por ejemplo, sabemos que hay técnicas para curarlos de manera rápida; neurolingüística, constelaciones familiares…, que en verdad, realizadas bien, por un buen profesional, son técnicas que sanan muchas veces historias del pasado. Pero no consiguen a veces cambiar los comportamientos, que están bien enraizados en la vida cotidiana de la persona. Dices, ‘la relación con mi padre ya no me duele tanto’, pero las dificultades de relación se mantienen a otros niveles o con otras personas porque tenemos hábitos de comportamientos que no sabemos cambiar. Hay temas que se han trabajado muy bien en el psicoanálisis, pero en lo conductual no nos aclaramos. Porque solemos caer en las rutinas de siempre. Lo que interesa de la terapia breve es ser capaces de persuadir a las personas a cambiar en las rutinas; si cambias las rutinas cambias también los pensamientos.

Debe ser complicado meterse en la cabeza de la gente.
No somos demasiado creativos en los problemas; normalmente, nos metemos en cuatro tipos de follones con nosotros mismos. Todos funcionamos más o menos igual. Cada vez hay más número de trastornos, cada equis años se añaden nuevos trastornos mentales, en cambio, las lógicas que los sustentan son cuatro.

¿Qué cuatro?
Los problemas que las personas tenemos con nosotros mismos derivan de: forzar lo espontáneo, es decir, intentar ser quien no eres; evitar hacer lo que te da miedo; no hacer algo porque quieres estar seguro al cien por cien de que no te equivocarás, e intentar controlar algo, hasta que pierdes el control. Y aquí entran los 400 trastornos que hay dentro del DSM. En terapia breve, decimos estas cuatro lógicas sustentan todas. En el fondo, tendría que ser terapia de lógica, pero terapia breve queda mejor [sonríe].

Víctor Amat, en una de sus formaciones, utilizando el recurso de reírse… hasta de uno mismo…
Víctor Amat, en una de sus formaciones, utilizando el recurso de reírse… hasta de uno mismo…

¿Terapia de lógica…?
Sí, porque es aprender cuál es la lógica funcional sobre un problema y cuál no.
Las personas que tenemos hijos lo sabemos. Enseñas a hacer una serie de cosas a tu primer hijo, una niña, pongamos por caso. Su cerebro aprende rápido, y eso parece que funciona. Y dices, vale, haremos lo mismo con el segundo hijo. Pero la lógica del primer hijo no funciona con el segundo hijo. La tendencia natural es llevar al niño al psicólogo porque es un niño ‘difícil’. Pero, no, lo que es difícil es aplicarle la terapia de la niña al niño. Visto de esta forma es obvio, ¿verdad? No es que la persona tenga un problema, es la manera de afrontar el problema lo que no funciona. La gente nunca es un problema.

Qué liberador…
Es que la gente piensa: ‘yo soy un problema porque tengo este trauma infantil’. No, no, no, tú no eres el problema, el problema es cómo tú manejas el problema. Si llevas toda la vida revisando tu trauma infantil, y sigues con tu trauma infantil, a lo mejor, revisar tu trauma infantil no es la manera de resolver tu trauma. Que no quiere decir que a otra persona no le vaya bien hacerlo…
Hay gente a quien le digo: ‘usted ya no tiene que venir más al psicólogo; tiene exceso de psicólogos y libros, así que haga como si no tuvieras el problema’.
Pongamos por caso ahora una mujer que tiene dificultad para relacionarse con los hombres. Bien, le digo; ¿y  con quién lo hablas? ‘Con mis amigas’ –responde–; quienes, además, me dicen que haga esto y lo otro…’.  ¿Y no tienes ningún amigo chico para hablar de este asunto; desde otra lógica?’, le pregunto. Porque, además, sus amigas, a lo mejor, le dan consejos que no puede seguir, tipo: ‘Vive el momento, carpe diem’. ‘Ya, pero yo no soy de carpe diem’, dirá. Y si yo no soy de carpe diem, ¿por qué narices tengo que ser de carpe diem?, je, je. Entonces, como no soy capaz de hacer esto de vivir el momento en la relación, debe ser que soy tonta. Y, claro, lo que ocurre ahora es que tengo dos problema.

[Es como estar en uno de sus cursos de formación, donde interpreta tanto lo que dice, que te metes en el personaje, con el que, además, resulta que muchas veces te identificas…. Y te acabas tronchando… Y lo acabas entendiendo. ]

¿Cómo saben tus pacientes que ya están bien?
Porque el primer día le hacemos precisamente esta pregunta: ‘¿Cómo sabremos que ya estás bien?’ Y la gente te dice: porque haré esto y esto. Cuando sucede, es que están bien, según lo que habíamos programado, claro.  

¿Solos podemos resolver nuestros problemas cuando no son trastornos graves?
Las cosas las resuelves solo. Pero si hay alguien que echa un ojo a tu problema, y encima, lo hace con gracia, esto ayuda. En el fondo, hacer terapia permite una optimización en la resolución de los problemas. De hecho, hacemos cambios de forma natural que no somos conscientes de que hacemos. Con terapia se pueden acelerar los procesos. La terapia breve también sirve para detectar qué cambios estás realizando que en lugar de mejorar lo que quieres cambiar lo empeora. Las primeras dos visitas, antes de poder hacer un cambio en positivo, sirven para que la persona se dé cuenta de que lo que está haciendo no resuelve el problema. Y aquí es donde ve que hay que hacer otra cosa. Le permite acelerar estos cambios, porque, a lo mejor, solo, tardaría años en darse cuenta de que está haciendo lo contrario de lo que debería estar haciendo.

Desde tu formación a médicos y personal de enfermería proporcionas herramientas para que puedan entender mejor a sus pacientes a nivel psicológico.
Es mi misión. Porque los médicos, hoy en día, y sobre todo los de atención primaria, que ven a mucha gente, tienen que tener muchas capacidades lingüísticas y de comunicación, que son el tronco de su trabajo. De hecho, el 80% del trabajo que hacen los médicos es relacional, y muchas veces, no tienen ninguna formación sobre esto.
Normalmente, vamos al médico que nos cae bien, y depositamos la confianza en este médico porque nos cae bien, precisamente. La base de la vinculación es la estima, pero tiene que ser una vinculación eficiente. Y en la relación hay una parte de persuasión importante. La eficiencia estaría en la capacidad del terapeuta de persuadir a la persona a que haga una cosa diferente a lo que hace para conseguir mejorar su salud. Aquí, en la persuasión, es donde tendríamos que trabajar. Cómo los médicos comunican las cosas es parte de la curación. Y es más, a los médicos les digo que tendríamos que estudiar sobre el placebo. Cuando a unos pacientes les dan antidepresivos y a otros placebo, hay estudios que demuestran que la diferencia es pequeña. Pues invirtamos aquí, porque no se habla lo suficientemente claro de los efectos secundarios de las pastillas. Hay que invertir en el efecto placebo y en la persuasión. Podríamos decirle a un paciente depresivo: ‘Tómate esto como antidepresivo (me invento el nombre de un medicamento, con tantos miligramos de materia inerte), pero cuidado con ponerte demasiado eufórico. Y añadir: es probable que te encuentres un poco triste los primeros días, aunque esto sería un buen indicador. No te animes demasiado’. Y el paciente aceptaría este estado natural en el que está triste los primeros días como indicador de que el medicamento funciona, tal y como le ha informado el médico.  Aquí es donde hay que invertir; hay que enseñar a prescribir así.

Todo esto es muy interesante y muy avanzado.
Quiero llegar a hacer un taller del placebo verbal. De la cura a través del lenguaje. Hay muchos trastornos que lo que necesitan es la cura del lenguaje. Pero los médicos tienen poco tiempo, y hablan de una manera que les hace perder más tiempo.

Gracias, Víctor. 


Víctor Amat es Licenciado en psicología por la Universitat Ramon LLull. Es profesor colaborador en varias instituciones públicas (Institut Catalá de la Salut, Diputació de Barcelona, Generalitat de Catalunya) y en diferentes universidades (Universitat de Barcelona, Universitat Autònoma de Barcelona, Universitat Ramon Llull, Universitat de Girona, Fundació Les Heures, entre otras). Actualmente es presidente de la Asociación Española de Psicoterapia Breve y Director del Master y Postgrado en Terapia Breve y Estratégica (Intervención clínica) de la Universitat de Girona. Dirige CETEBREU

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